martes, 3 de abril de 2012

Crítica de "Live in 3D" de Scorpions 9'5/10


A pesar de que hay bandas que se llevan la fama por sus directos y por su habilidad para inmortalizarlos, hay que reconocer que hay una que siempre ha innovado, y cuyos directos, aunque no los quieran meter en las listas de "los mejores de..." siempre han estado ahí. Iron Maiden sacan un DVD por gira, Metallica dos o tres, AC/DC graban en el estadio de River y se considera la grabación como el no va más... Y sí, es cierto que todos esos grupos tienen directos aplastantes, pero creo injusto que no se reconozca a los Scorpions en su verdadera medida.

El "Tokyo tapes" marcó una etapa, que se agrandó con el "World wide live", y ahora, en lugar de publicar un DVD para masificar aún más el mercado, se adelantan con un Blue-Ray en 3 dimensiones que encumbra su leyenda. Gracias a la gente de Shop circus y su eficacia, el disco, que no se vende aún en España, me fue traído de Alemania, pues no quería renunciar a ver en 3D a un grupo al que nunca he podido ver en directo. Lo haré en la próxima edición de Wacken, pero sabiendo que están en el tramo final de su carrera, la sed se acrecienta.

La grabación está realizada en Saarbrücken, el 15 de abril del 2011, en un recinto cerrado al que acudieron fans de Scorpions de muy diverso pelaje, desde jóvenes adolescentes que, probablemente, estaban en uno de sus primeros directos, hasta calvas prominentes, amas de casa y metaleros de lo más true a quienes se ve haciendo headbanging apasionadamente. Scorpions son, hoy por hoy, patrimonio de todos. Su repertorio es tan alucinante que han podido superar barreras de edad y prejuicios musicales disco tras disco.

El Blue-ray es absolutamente recomendable desde cualquier punto de vista, pero el más importante es porque transmite sensaciones, y casi todas son buenas: el repertorio es magnífico, la grabación es de calidad, y el efecto 3D te instala directamente en el pabellón. Por momentos, parece que el de delante te va a dar con su puño en alto, o que te va a sacar un ojo Matthias Jabs con el mástil de su guitarra. Esto es toda una sensación, y el único problema de momento es que es un poco complicado meterse una flipada de air guitar con esas gafas tan ortopédicas puestas.

En lo musical, atraviesa varias fases. Me disgusta la apertura con "Sting in the tail" porque es una de las canciones más flojas de su penúltimo disco, que para mí cuenta con temas de mucha altura, pero todo se corrige enseguida, con una "Make it real" que suena mejor que nunca, y que nos muestra a una banda, con sus circunstancias actuales claramente, pero que raya a una buena altura.


"Bad boy running wild" y la especial "The zoo" empiezan a mostrar la química que tiene aún la banda con su público, que disfruta del buen rato que siempre ofrece la instrumental "Coast to coast", un tema que no parece instrumental dado su ritmo. Todos estos temas van casi encadenados y las primeras percepciones nos dicen que Klaus Meine está muy justito y no gasta ni un solo gramo de fuerza ante el temor de pinchar al final, que Rudolph sigue imparable que el batería James Kottak tiene un afán de protagonismo desmedido, que por supuesto se le permite. Un papel más discreto para Jabs y, por supuesto, para el bueno de Pawel, que a veces parece estar ahí porque alguien tiene que estar.

"Loving you sunday morning" abre el tramo de la grabación de relax, con la hímnica "The best is yet to come", un tema compuesto como despedida del grupo, el clásico "Send me an angel", que interpretan en una plataforma en medio del público, al igual que "Holiday", con su parte final guitarrera. El calor se vuelve a disparar cuando Rudolph cambia por enésima vez su guitarra empieza la gran "Raised on rock"para devolvernos a la etapa de mayor intensidad rockera de Scorpions con un "Tease me, please me" que cantan todos los asistentes a coro, justo antes de uno de los mejores momentos de su catálogo.

"Dynamite" es, sin duda, una de las grandes canciones de los '80. No hay bar rockero en el mundo que no se encienda si lo pinchan. No hay púa imaginaria que no empiece a rasgar el vaquero cuando suena, pero hay muy pocas voces capaces de interpretarla con dignidad, y creo que la de Meine ya no lo es. Pasa verdaderos apuros para llegar a los tonos, aunque los técnicos de sonido son verdaderamente certeros a la hora de conjuntar el sonido de todos y no dejarle en evidencia. Sus esfuerzos son loables, pero si quiere cerrar con honor la historia de la banda en sus últimos compromisos, o se cuida más o entrena más, o las dos cosas. Debe tener presente que mucha gente sólo les verá en esta gira de despedida.



James Kottak es el encargado de hacer la transición con un solo de batería que demuestra lo efectista que es. Cambia tantas veces de camiseta como Rudolph de guitarra, y sus poses y su aspecto son los de un hairmetalero bien auténtico. Su tatuaje en la espalda de "Rock n' roll forever" dice el resto.

Empieza la traca final con otra en la que Meine es el único que no disfruta, la gran "Blackout" con la guitarra humeante de Schencker y un gran juego de pantallas y luces, descanso para la voz con el momento de los guitarristas, antes de atacar la emotiva "Big city nights" cantada con ganas otra vez por un público aparentemente frío pero que se deja la garganta en cada estribillo.

Ese mismo público aguarda con ganas la llegada de las dos grandes baladas de su repertorio: "Still loving you" y "Wind of change" que, más que temas de Scorpions son ya universales. Mil veces oídos, mil veces interpretados y siempre suenan especiales. Más banderas de Alemania (enseñan unas cuantas), más saludos al personal y el trueno final con "Rock you like a hurricane" y despedida con "When the smoke is going down".



Si tenéis una tele en 3D, no lo dudéis, haceros con esta grabación porque es una sucesión de momentos intensos. Es inevitable involucrarse en la proyección gracias al efecto 3D, que supera, con mucho, a cualquier DVD que tengáis en la estantería. Musicalmente, hace justicia a lo que son Scorpions a pesar de que la edad ya no perdona en determinados momentos, y se convertirá en un excelente recuerdo cuando ya no sea posible verles más sobre un escenario. Atreveos, apuesto a que de Maiden y Metallica tenéis ya una decena de grabaciones.


domingo, 1 de abril de 2012

Crítica de "Helvetios" de Eluveitie 8/10

Los suizos (quizás mejor francosuizos) Eluveitie conforman una de las bandas de Death melódico que mayor crecimiento han experimentado en los últimos cinco años. Sus seguidores empiezan a ser legión por todo el mundo dada la firmeza con la que han elaborado todos y cada uno de sus discos tras el celebrado "Slania" de 2008. Se caracterizan por introducir elementos tradicionales en su música, y como ya he escrito otras veces, ese toque los hace diferentes. No hay sobreactuación, todo está siempre en su sitio y su apertura de mentes les ha llevado incluso a editar un disco exclusivamente acústico en su día para hacer dudar a más de uno si son Metal o son Folk.

Que ningún true se asuste. Eluveitie es Metal del bueno, distinto, original, una bocanada de aire fresco sin caer en la reiteración de lo que han podido hacer otros. Según mi humilde criterio, están muy por delante de bandas como Turisas y otras del estilo, que en determinados aspectos podrían experimentar caminos semejantes. En este "Helvetios", Eluveitie demuestran que sigue manteniendo intacta su capacidad para elaborar temas hímnicos a la vez que fabrican otros duros, extremos y feroces.

La obra se inicia con un prólogo leído por la prodigiosa voz del actor escocés Alexander Morton, que también se encarga del epílogo. El discurso habla de la guerra, porque este eminentemente bélico. Siguen desentrañando el mitificado pasado de la Galia que abarcaba a lo que hoy es Suiza, pero aquí hay mucha guerra. Tras la voz de Morton y unas melodías de batalla aparece "Helvetios", una pieza sensacional, en la que se expresa perfectamente cómo es posible combinar la melodía de las flautas y los violines, con los guturales, las guitarras a toda pastilla y la batería centelleante.



Si la primera ex excelente, la segunda huele a clásico de su discografía. El espíritu de la obra maestra "Inis Mona" sobrevuela en un tema que es puro headbanging. Cuando una canción suena bien no tiene mucho sentido explicarla. Sólo destacar que el estribillo está cantado en el viejo y desaparecido idioma que se hablaba en su país de origen, lo cual hace aún más fascinante su propuesta ("Scorched earth" está cantado en galo antiguo).



La furia que habían aparcado, en parte, en "Everything remains (as it never was)" vuelve en "Helvetios" y "Home" es un tema de puro Death donde las gaitas y las flautas quedan en segundo plano para primar la dureza. "Santonian shores" es muy rítmica, las guitarras, las flautas y la gaita se erigen en las directoras de orquesta para construir un tema muy pegadizo que se funde por medio de un fondo de tormenta y viento con la antes citada "Scorched earth", una especie de poema en galo antiguo que hace de transición hacia una nueva parte del álbum, que tiene 17 cortes, sin contar la versión acústica del primer single "A rose for Epona".

De los 8 componentes del grupo, el cerebro, aunque sólo sea por su hiperactividad es Chrigel Clanzmann, vocalista principal, con unos guturales fuera de la media del estilo, flautista, gaitero, harpista, mandolinista y ejecutor de bodhram, además de compositor de la mayor parte de las letras. Le acompaña en los tramos de contraste Anna Murphy, que también se encarga del hurdy burdy. Precisamente ella apenas aparece en "Meet the enemy", otro de los momentos de mayor intensidad del disco que, por si no os habéis fijado, ni siquiera ha llegado a su ecuador y se nos está pasando volando.

Para no eternizarnos, pues lo esencial está destacado, mencionamos que "Neverland" es otro buen momento con un estribillo a varias voces que se presenta como si fuera una canción popular, fácilmente memorizable, y con un solo múltiple (sí, es que se van sucediendo los instrumentos) muy logrado. Si escucháis el primer single por separado, es probable que sufráis un sobresalto, como me ocurrió a mí, pensando que estos no eran Eluveitie, que me los habían cambiado por Nightwish con flauta. "A rose for Epona" es una canción que no desentona una vez se escucha el conjunto del Cd, pues hay altos, bajos y cambios, como en todos los buenos discos, pero está hasta tres peldaños por debajo en cuanto a intensidad y furia.



Entiendo a los chicos de Nuclear Blast, intentando dar gato por liebre a posibles nuevos públicos, pero Eluveitie hacen de canciones como esta la excepción y no la regla. Aún así, sirve para que apreciemos la belleza de la voz de Anna Murphy. Más metal que otra cosa. No entiendo para nada la selección de las canciones para inmortalizarse a través del vídeoclip, pues la siguiente, "Havoc" es el siguiente vídeo, cuando hay canciones muy por encima de ambas. "Havoc" se inicia con un frenético violín al que luego se le suma una flauta, y luego una poderosa base rítmica encumbrada por un Clanzmann más gritón que nunca. La letra narra los ataques de algunas hordas que atacaban Helvecia y Eburonia, una zona de Europa central que se situaba en Alemania fundamentalmente.



"The uprising" narra también la defensa de las pequeñas tribus galas ante ataques externos, y mitifica la lucha por la supervivencia a ritmo veloz también. "Hope" es un descanso de dos y minutos instrumental, que podrían firmar perfectamente Chieftains o Gwendal, pero el descanso dura poco, porque "The siege" empieza  de manera impía con un grito iracundo, siendo seguramente el tema más poderoso de todo el disco.

El último gran momento se produce en "Alesia", una canción deliciosa capitaneada por Anna Murphy, cuya cadencia va una marcha por debajo del tono general del trabajo, pero que penetra por los oídos de principio a fin como sólo las grandes canciones pueden hacerlo, con ritmo imperial y elegancia. Otra que apunta a clásico.

Supongo que a estas alturas, si no los conoces habrás oído hablar de ellos. Date prisa, estarías perdiéndote, de lo contrario, a uno de los combos más interesantes de la escena extrema del Metal. Tres de tres, tres discazos consecutivos.