domingo, 21 de noviembre de 2010

Ángelus Apátrida + A.D.


Bilbao, 20 de noviembre de 2010

Precio: 10 euros (15 en taquilla)



Se nota cuando un grupo quiere comerse el mundo. Las bandas con hambre y ambición tienen un algo que se desprende desde el primer momento. Ángelus Apatrida son un gran ejemplo de esto que digo, y además tienen razones. Su Thrash Metal clásico se ha subido a la ola buena, con la ayuda de discográfica Century Media y con una gira europea que les ha consagrado tras una década de trabajo y tres discos. El contexto general para el género es muy propicio, con bandas como Gamma Bomb, Municipal Waste, Evile y otros, y los clásicos que perviven desde hace dos décadas o más están volviendo con excelentes discos, como Overkill o Slayer, así que la apuesta de Angelus es buena.



Con su último “Clockwork” (9 de 10 según Metalbitacora) confirman su gran momento y han dado el salto definitivo al gran público metalero, obteniendo el favor del público y la crítica. La prueba es que algunas revistas que han vivido de espaldas al Thrash y, en general, a cualquier grupo español que no sean Mago de Oz o Los Suaves, han tenido que rendirse a la evidencia y dedicarles una portada.



Tras haberles visto en directo, me atrevo a decir, con el riesgo que tienen siempre estas afirmaciones, que Angelus son ya la banda de Thrash más potente y con más talento desde los míticos Legion, que dinamitaron la escena allá por los ’90. Creo que este cuarteto de Albacete es apabullante, con juventud, talento y fuerza. Nos hicieron disfrutar de lo lindo, y desde quienes no les habían escuchado nunca, hasta quienes ya les seguimos con convicción, salimos todos contentos.



La intro del nuevo disco, “The Manhattan project” dio la bienvenida a los músicos en la sala pequeña (demasiado pequeña para un concierto) en la Sala Santana 27, y saltaron directamente a “Blast off”, el primer sencillo de “Clockwork” cuyo vídeo-clip está sumando descargas día a día en Internet. El movimiento se inició sin calentamiento. Había ganas entre el público, sobre todo en las primeras filas, y eso se notó, porque aunque desde las escena reclamaron el primer círculo de la noche, no hizo falta, ya se organizaba solo. “Of men and tyrants” continuó elevando la temperatura, algo que no decayó en toda la noche.



Me sorprendió que la mayor parte del público conocía relativamente bien los temas del último disco, y se conocían a la perfección los temas más populares de los dos primeros trabajos. “Corruption” fue aclamado tras haber sido dedicado a los políticos a quienes les gusta meter la mano en la caja, “Fuck you”, título típicamente thrasher también generó movimiento, y quizás el que mejor recepción tuvo, “Give’ em war” demostró que los Angelus tienen ya una trayectoria sólida. Por cierto, en este último se montó un divertido wall of death.



Pero la columna vertebral del repertorio fue “Clockwork”, del que auguro que quedarán también un buen puñado de temas referenciales. Entre ellos, sin duda, la versión de Iron Maiden de “Be quick or be dead”, una canción que se adapta perfectamente a los parámetros del Thrash por su rapidez. En mi entorno, abundaron los comentarios que señalan el parecido de AA con Testament, cosa que yo no acabo de ver clara. Es evidente que al ceñirse al Thrash más clásico, Angelus tienen elementos de todas las bandas referenciales, pero no me parece que se parezcan demasiado a una en concreto. Yo veo momentos en los que la voz suena a Mustaine, bases semejantes a Testament, y hasta puntos de Kreator en los pasajes más rápidos.



Vamos, rapidez y furia acompañadas de gran calidad. El manejo de los instrumentos ayuda a enganchar a la audiencia, pues la base rítmica en muy sólida, y los solos de guitarra están trabajados. No observé ningún error notable de ejecución, y se nota que la gira internacional que han tenido les ha dado un cuajo interesante, que se nota en el contacto con el público y en el manejo de los tiempos del directo. Ni van muy rápido tema tras tema ni muy despacio perdiéndose en discursos. Sólo los justos, como cuando se cagaron en el Papa y en Rouco Varela, o cuando cargaron contra los políticos, o el último alegato a favor del Thrash Metal.



Son una gran banda, tienen un futuro muy prometedor y un presente que me obliga a recomendaros a este excelente grupo, porque no sobra el talento en el panorama actual. Gran noche de Metal en Bilbao que, por cierto, estuvo caldeada por A.D. como teloneros, un grupo vizcaíno de Death Metal al estilo Obituary, de corte lento cuyo mayor atractivo está en el contraste de las melodías musicales con la voz gutural y salvaje de un corpulento vocalista. La factura nos resultó muy atractiva y, si entendí bien, están a punto de grabar su primer disco. Habrá que seguirles la pista.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Crítica de "Clockwork" de Angelus Apatrida 9/10

Da gusto reencontrarse con el Metal más feroz descubriendo a una nueva banda. No es que Angelus Apatrida sean nuevos en el negocio, que para nada, sus kilómetros llevan encima estos manchegos, sólo que, como he confesado otras veces, es ahora cuando me he parado a prestarles la debida atención. Su nuevo trabajo “Clockwork”, que hace el tercero en apenas cuatro años, es un verdadero puñetazo en los morros, que combina furia y calidad a partes iguales, haciendo de la banda el mejor exponente del Thrash Metal peninsular.

A estas alturas todos habréis oído hablar de ellos, pues han logrado ya algunas portadas en medios especializados que sólo suelen dedicar tal honor a Mago de Oz y, si hay algún acontecimiento excepcional, a Los Suaves y Barón Rojo. En poco tiempo pueden alcanzar una relevancia internacional semejante a la que tienen, por ejemplo, Hamlet que llevan más tiempo girando por otros países, aunque también es cierto que Angelus cantan en inglés, y eso les abrirá más puertas. Su nuevo trabajo lo edita Century Media, todo un referente del Metal mundial, y han tocado, gracias a su proyección, con bandas como Arch Enemy o Warbringer, y actualmente se encuentran recorriendo España en una gira que les está reportando aún más fama y, sobre todo, comentarios muy buenos.

¿Qué encontramos en “Clockwork”? Realmente es un disco de Thrash, pero el concepto se me queda estrecho para definir las sonoridades que ofrecen Guillermo Izquierdo, David G. Álvarez, Víctor Valera y José J. Izquierdo. Eminentemente es Thrash, sí, pero hay muchos más ingredientes aquí, desde un Heavy Metal clásico en algunos pasajes (no parece casualidad que cierren el disco con una versión del “Be quick or be dead”), hasta cambios de ritmo inclasificables. Ellos mismos se autodefinen como herederos de la escena clásica de la Bay Area, y no les llevaré la contraria yo, porque aprecio muchas influencias de Mustaine en la voz (¿No parece que canta él en “National disgrace”, por ejemplo?) y también inspiraciones de Dave Lombardo y toda la artillería de los Slayer más cañeros.

El Cd se compone de 13 temas que se pasan volando, pues en ningún momento caen en la repetición. El Thrash es un estilo muy poco tendente a la creatividad, de manera que hay discos que enseguida se hacen largos no por duración, sino por pura repetición de esquemas en un tema tras otro. Creo, por tanto, que la gran riqueza de este “Clockwork” es la variedad.

En el resultado final es clave la producción (esa cosa de la que hablan todas las revistas y que casi nadie sabe muy qué es). Daniel Cardoso quizás podía haberlo hecho mejor, pero no se me ocurre muy bien cómo. El sonido es limpio, directo, sin sobresaltos, sin instrumentos que se superpongan: las guitarras están donde y como deben, y la base rítmica exactamente igual. Por último, al cantante se le entiende, cosa que no ocurre en todos los discos del estilo. Atención a este chico, que tiene apenas 29 años, y además de ser músico ha producido decenas de álbumes.



Desmenuzando las piezas, diré que “Clockwork” se abre con una intro precisamente de reloj que da paso a unas guitarras que ya amenazan tormenta. Enseguida se presenta el cortante riff de “Blast off”, y con él el primer alarido de guerra de Guillermo Izquierdo. El tema es rápido, cubierto por una fantástica batería, y el aroma está a medio entre Megadeth y los Kreator más inspirados. Los decibelios siguen bien altos con “Of men and tyrants”, donde la rapidez es lo más notable, junto con una voz llevada al límite.





Sin embargo, ya en la que da título al disco se aprecia una mayor variedad, con más cambios de ritmo aunque sin dejar en ningún momento la furia, especialmente en la parte central del solo, que es pura esencia thrasher. La variedad queda más clara en temas como “The misanthropist” o “One side one war”, cuya columna vertebral es puro Heavy Metal llevado al extremo, y que, en mi humilde opinión, conforman dos de las mejores piezas del trabajo.



Un trabajo que se corona, como decía, con una lograda versión del “Be quick or be dead” de Iron Maiden, una canción muy thrasheable, por otra parte. Creo que estamos ante un trabajo clave para entender el devenir musical de este país en los próximos años, porque Angelus Apatrida se sitúan con él en el pódium de las mejores bandas. Su salto internacional a gran escala confirma que quien les ha escuchado ha descubierto algo en ellos, y ya sólo me falta comprobar que en directo son igual de buenos que en disco.



No es sólo para fans del género, “Clockwork” es un gran disco digno de ser probado por cualquier paladar metalero que se precie. Por una vez hemos de felicitarnos ante el hecho de que una banda española con las ideas claras (y buenas) y con talento sea descubierta antes de que se disuelva. Aprovechen la oportunidad, no ocurre casi nunca.

martes, 2 de noviembre de 2010

Crítica de "The final frontier" de Iron Maiden 6/10

¿Qué valor tiene hacer la crítica de un disco que salió a mediados de agosto y que todo el mundo ha escuchado? ¿Qué puedo aportar que no hayan aportado otros? Sinceramente, no mucho, pero si me decido a hacerlo es porque creo que en su momento hubo una carrera entre bloggers, periodistas y críticos varios por ver quién comentaba el disco más y más ampliamente, sin reparar en que este trabajo es muy difícil. O, dicho de otro modo, no es disco sencillo de escuchar, tiene tal cantidad de ritmos y matices que con cuatro o cinco veces que lo escuches es imposible de valorar.

El referentes más cercano y parecido, que es "A matter of life and death", es también largo, farragoso por momentos y complejo, pero cada vez que lo oigo aún aprecio elementos novedosos, algunos de ellos muy importantes, muy interesantes y que no encontré las primeras veces que me lo llevé a las orejas. También sé que este disco ha sido número 1 en más de veinte países, y que eso podría ser indicativo de calidad. Entonces, ¿Qué me parece? ¿Bueno, malo, mejor que en anterior, peor? Haré unas cuantas constataciones.

1. Creo que Iron Maiden son una banda extremadamente viva, con agallas o como se llame eso, audaz y, sobre todo, libre. Sólo así se puede entender que, con lo sencillo que sería repetir los patrones que les han llevado hasta lo más alto del Olimpo metalero, estén marcándose discos largos y poco agradecidos.

2. Este primer punto tiene una contrapartida negativa: cada año que pasa hay mayor desajuste entre lo que Maiden ofrecen y lo que sus fans demandan. Se puede abrir una sima, porque este no es el disco que queríamos. Tampoco lo fue "No prayer for the dying" o algún otro, que no pretendo decir que estemos ante el primer disco no demandado por los seguidores, pero sí constato que van, al menos, en una dirección que no es la que los seguidores clásicos queremos. "Dance of death", "A matter of life and death" y "The final frontier" suponen una trilogía cuyas partes no están en ninguna lista de los 10 favoritos de nadie que aprecie a Maiden.

Dicho esto, concluyo que han hecho el disco que querían, lo cual puede ser positivo por la fe que tienen en su música. Pero muchos queremos otra cosa, con más carácter, con mayor identidad clásica, más rápido, más cañero. Más Maiden, en definitiva.

Sobre el contenido, como decía, se ha escrito mucho. Los temas son largos, con intros lentas y largas que, por mucho que me cuenten, no tienen ningún sentido musical más allá de dar respiros al grupos cuando los interpreten en directo. Porque yo creo que lo que subyace es eso, que por razones de edad evidentes no pueden aguantar la interpretación de temas directos durante más de dos horas sin perder nivel. Ojalá me equivoque y el próximo disco me desengañe.

"The final frontier" se abre con una intro larga, de más de cuatro minutos y medio, que tampoco tiene una lógica o un sentido en el conjunto. Simplemente hay que saltársela. Enlazada viene una de las mejores piezas del disco, la que le da título. Un tema directo, con estribillo memorable para abrir conciertos, para corear. ¿Destacaría en otros discos que tengan un tgono más elevado? Creo que sí, una cosa no quita a la otra. Gran trabajo vocal de Bruce Dickinson, que suena directo y limpio, a diferencia de otros temas en los que le veo forzando innecesariamente. Las guitarras tienen ese magnetismo maideniano tan delicioso, con dos solos superpuestos muy clásicos.


The Final Frontier - Director's Cut

Iron Maiden


Myspace Music Videos
"El Dorado" quiere mantener el ritmo elevado, pero no lo consigue. Es un tema heavy de segunda fila, que comienza a cabalgar a lomos del bajo de Steve Harris, pero que se va desinflando a partir del puente para llegar a un estribillo que en nada se puede comparar a otras canciones clásicas del grupo. Se deja escuchar, pero sabe a poco, a pesar de que el solo le da de nuevo vivacidad a la canción.

A partir de este inicio más contundente, el disco se va diluyendo por derroteros que yo, sinceramente, no he sabido apreciar, pero no por no haberlos buscado, sino porque no me hacen vibrar. Es así de simple. El Heavy Metal es así, lo vives o no lo vives. Y las canciones que vienen en adelante son prescindibles si no fuera por el contexto histórico en el que se mueve un gran grupo como Iron Maiden.



"Mother of mercy" empieza con esa introducción lenta, con guitarra, bajo y voz, para llegar a un crescendo (tras minuto y medio) interesante, pero que parece ir a cámara lenta si se compara con muchas de las canciones de "Brave new world" (para que veais que no siempre me remonto a los discos de los '80). Veo a Dickinson forzado, como pudiendo dar más de su garganta, como si el subconsciente le pidiera unos kilómetros más de velocidad guitarrera. La siguiente, "Coming home", tercer single, es muy parecida, tanto que han decidido ahorrarse la intro lenta para disimular, aunque los interludios son baladísticos, con lo cual me ha costado diferenciarla de su antecesora y hacerme con el título. No descalifico lo que es una buena canción, sólo que me vuelve a saber a poco.



"The alchemist" intenta hacer vibrar de nuevo con su rapidez. Es una canción directa, la más corta de todo el disco (una anécdota comparada con otras), de 4:29. Si me preguntáis una virtud de ella, qué destacaría, no sabría que deciros. Un riff tímido, por decirlo de alguna manera, abre fuego junto a una batería rápida hasta que entra Bruce con un tono medio-bajo que me remonta a "Dance of death", con lo que ello supone. El puente hacia el estribillo es lo más interesante, pero vuelvo a notar carencias. Vuelvo a constatar que son capaces de más. De mucho más.

Cuando decía que ha habido gente que se apresuró a escribir sobre este disco lo digo porque muchos críticos bautizaron a "Isle of Avalon" como uno de los mejores del trabajo. No estoy de acuerdo. Me parece un tema plomizo, con muy pocas partes salvables. Considero que ha habido un intento por entrar en nuevas texturas sonoras pero no han acertado. Veo unas notas de influencia asiática muy poco exprimidas. "Sólo" son 9 minutos de canción, aunque sí salvo algunos pasajes intermedios que me parecen muy interesantes musicalmente. Aún así, por duración, propuesta y desarrollo me parece la canción más floja del disco.



No así "Starblind", que siendo otra pieza larga, de casi ocho minutos sí muestra una inspiración, con muy buen despliegue vocal de Bruce y unos cambios de ritmo que hacen de la canción un momento muy interesante. Exactamente igual que lo que sucede con "The talisman", que va del ritmo terpidante que marca Harris a las paradinhas guitarreras en las que los tres hachas se turnan para mostrar su catálogo creativo. Son dos canciones que suben bastante la media del disco.

La recta final tiene los dos temas más largos, con 8 y 11 minutos cada uno. "The man who would be king" no está mal, pero convierte a "The final frontier" en un disco repetitivo tanta canción larga con el mismo patrón: intro lenta - crescendo - puente - estribillo - solo y a la inversa repetición del proceso. ¿Son malas canciones? No, en general, pero se echa de menos que se rompa el ritmo, que haya contundencia cuando parece que va a haberla. Encuentro demasiados "riffs interruptus", demasiado amago. Y eso no es bueno en un disco de Iron Maiden.

Eso sí, la canción final es una verdadera joya. Para mí el clásico del disco. 11 minutos de gloria metalera maideniana. ¿Causalidad? No, no debe de ser casualidad que el compositor haya sido Steve Harris en solitario. Lo siento por los demás, pero es así. "Where the wild wind blows" es un auténtico muestrario de lo que este grupo es capaz de hacer cuando se lo propone. Es cierto que el esquema repetitivo de todas las canciones se vuelve a dar aquí, pero hay una diferencia abismal, la composición está basada en la trayectoria clásica del grupo, y puedo asegurar que los 11 minutos no se hacen para nada largos.

Un sonido de viento invernal abre una pieza que puede resultar en directo tan emocionante como "Hallowed be thy name". Unas guitarras lentas, con el bajo del jefe dirigiendo la operación, le dejan paso a un Dickinson que abre su garganta en canal para trasladarnos a los mejores momentos de su carrera. Su ritmo monta la melodía musical con un dominio insultante. El tema avanza y sabes que va a explotar, que viene... Y llega más de dos minutos después, sin una velocidad vertigonosa porque no hace falta. Las guitarras suenan heavies, y Nicko cubre las espaldas de sus compañeros sin alharacas, tan efectivo como siempre.



El primer round de estrofas narradas casi más que cantadas los músicos paran. Se dan un respiro y dan paso a la creatividad, siempre con Bruce mandando. La inspiración de Harris, del gran jefe de este negocio, de ese cerebro siempre alerta, da el visto bueno a una sucesión de solos cortos cuando la canción se nos escapa de las manos. Hemos pasado el ecuador y uno sigue boquiabierto. Acaban los solos y vienen de nuevo, desafiantes, Harris y Dickinson para recordarnos que en el corazón aún tienen ese poso maideniano único, capaz de estremecer. De repente, todo pasa y vuelve el viento para que se acabe. Y yo pregunto, ¿Por qué no lo hacéis más a menudo? Sólo deseo que descarguen esta brillante canción y que me estremezca tanto como ahora que la vuelvo a tener de fondo.

¿Es un mal disco? No creo que se pueda plantear en estos términos, sólo sé que no era lo que esperábamos ni lo que queríamos y, realmente, no sé si culpar a Bruce, a Harris o a los demás, pero pueden, y deben antes de retirarse hacer otra cosa, satisfacernos. "Brave new world" se acercó mucho a eso, pero desde entonces han pasado muchos años.