lunes, 18 de julio de 2011

Crónica del festival Sonisphere en Getafe, Madrid, 15 y 16 de julio de 2011


Hay demasiadas cosas que contar y poco espacio para no aburrir, así que intentaré sintetizar al máximo cómo ha ido esta tercera edición del Sonisphere español, la segunda en Getafe. Musicalmente, el nivel ha sido excelente, hemos asistido a varios conciertos de grandísimo nivel. Organizativamente, hay algunas cosas muy mejorables. En cuanto a público, la respuesta ha sido buenísima en cuando a asistencia (70.000 personas en total, con 40.000 la noche de Iron maiden), pero un poco fría en el plano de la respuesta durante determinadas fases del festival. Quienes me habéis leído alguna vez, sabéis que me quejo del enfriamiento progresivo que observo entre el público que asiste a conciertos de Metal. Cada vez hay más gente que asiste a los conciertos como si fuera al cine. No lo entiendo, pero desde luego si tú eres uno de ellos, no te molestes en mirarme mal cuando dé botes a tu lado. No pienso cambiar.



Si hay que destacar algún grupo en especial, diré que me gustaron Angelus Apátrida, Gojira, Arch enemy, Slash, The Darkness, Hammerfall, Iron Maiden y Twisted sister. No entendí la inclusión de Uriah heep ni de Sober en el cartel, y me disgustaron Lacuna coil, Valient Thorr y Apocalyptica. A Mastodon y Dream Theater no les juzgo, simplemente porque no conecto con ellos.



La jornada del viernes fue especialmente fructífera para mis gustos. Accedimos al recinto (le llamaremos recinto por respetar el diccionario, pero aquello es un atentado a la dignidad, y sólo lo soportamos por la pasión que profesamos los asistentes por el Metal. Organizar ahí un festival en pleno julio no es desacertado, es, simplemente, una burla) cuando eran más de las siete de la tarde, con lo que el concierto de Angelus apatrida ya estab a en marcha. El sol castigaba sin piedad y desde los laterales de la escena se chorreaba al personal de las primeras filas con dos mangueras de agua. Los manchegos dieron un concierto impecable, como suele ser habitual.

Empiezan a dominar las tablas con una facilidad pasmosa. Desde luego, se lo han trabajado, no sé cuántos conciertos llevará encima en los dos últimos años, pero sin duda su esfuerzo está mereciendo la pena. Atacaron varios temas de su reciente “Clockwork”, un trabajo excelente que para mi gusto va mejorando con el paso del tiempo, como el buen Thrash clásico. Una pena no haber llegado desde el principio y no poder degustar sus temas como debe ser.

Y más visto sus sucesores en el cartel, unos Valient Thorr que pasaron sin pena ni gloria, en medio de una indiferencia generalizada y que resultarían más apropiados en un cartel como el Azkena Rock de Vitoria que en un festival Metal como es el Sonisphere. No sé cuánto tiempo descargaron, pero se me hizo bastante largo. El sol seguía ajusticiándonos y mientras unos se cobijaban en la sombra otros pasaban por los túneles de refrigerio, pero todos ingerían líquidos a mansalva.

La cosa empezó a ponerse seria cuando el día empezaba a agonizar. Entonces los franceses afincados en Baiona Gojira estaban citados. Y cumplieron. Creo firmemente que Gojira es una de las bandas más interesantes del Metal más extremo por su singularidad. Practican una especia de Death progresivo repleto de recovecos, curvas, paradas, afluentes y meandros que en directo presentan de manera sublime. Posiblemente os pase como a mí, que en disco se me hacen un poco difíciles. Pero en directo es otra cosa. La columna vertebral es una base rítmica demoledora, como un martillo pilón, con uno de los hermanos Duplantier en la batería y un bajista sensacional llamado Jean Michel Labadie. Su forma de tocar el instrumento es inverosímil, tanto como su headbanging. Hay momentos en los que pienso que se le va a escapar la cabeza.

Musicalmente me parecieron impecables, como cuando les vi en el primer Sonisphere, el que se celebró en Barcelona. Creo que pueden llegar a alcanzar una dimensión superior en el género si su próximo disco vuelve a ser de nivel. Creo que son lo más original que existe en la escena junto con Devildriver. Cuando terminaron con “Vacuity” me quedé con ganas de más, pero satisfecho.



Omitiré cualquier juicio acerca de Sober. No me parecían la banda más apropiada para esa hora ni para ese festival, pero hay que reconocer que tienen éxito, mucho, y que tienen a su público. Curiosamente, me parecen sonar mejor en disco que en directo, pero los gustos son algo tan subjetivo que no hay mucho que hacer cuando algo no funciona. Y lo mío con Sober no funciona.

Buena parte de las fuerzas de muchos asistentes, yo entre ellos, estaba reservada para Arch enemy. A pesar de practicar un Metal muy contundente y extremo, los suecos están acercándose a lo que es una banda de masas gracias a la excelente combinación de los hermanos Amott con la cantante Angela Gossow, que no sólo es un prodigio vocal, sino que se comporta sobre la escena de manera espectacular, desprendiendo un gran magnetismo. La verdad es que no paré quieto y disfruté al máximo temas como “Ravenous” o “Revolution begins”. Hay que ponerle un pero a su actuación, y es que fue demasiado corta, no sé si por razones que competen a la banda o porque el horario del festival ya acumulaba un cierto retraso y eran ellos quienes pagaban los platos rotos. Me quedé con ganas de escuchar una que están descargando en su gira, “Dead eyes see no future” que me parece una canción magistral en la que Angela da todo lo que su voz aporta a la banda. Espero que vengan pronto con su propia gira. Con otros quince minutos se hubieran ido en volandas.

Y llegaba el momento estelar de la noche con Slash. Había pasado poco más de un año desde que nos deslumbró con su actuación en el Azkena Rock, donde estuvo a punto de eclipsar a Kiss, y no esperaba nada sustancialmente distinto, pero he de decir que fue aún mejor. La banda que le acompaña ha acabado por empastar bien, y aunque el segundo guitarra, el bajo y el batería saben que son los secundarios, realizan un aporte muy positivo al resultado final. Tanto cuando hacen los temas de Slash, como cuando atacan alguno de los Velvet Revolver y, por supuesto, cuando tienen que enfrentarse a Guns N’ Roses dan la talla. Es más, diré que lo que hace ahora Slash es lo más parecido a los GN’R auténticos, a pesar de que sea Axl quien se ha quedado con un nombre que va arrastrando por el mundo hasta su laminación total.

Hasta seis canciones de GN’R nos ofreció el chico del sombrero de copa, todos con los riffs clavados, con los solos impecables y esa forma de acariciar y mover la guitarra tan sugerente. Quien acusó a Slash de aburrido seguramente esté sordo o ciego, porque no paró un instante, ya se atreve hasta a hablar con el público a veces y echa unas carreras que no explico cómo no le hacen cometer errores. Abrieron con “Ghost” y tras regalarnos una de Slash’ Snakepit, “Mean bone” fueron ya a caldear el ambiente con “Nightrain”, coreada a saltos por una audiencia sedienta de pistolas y rosas, que luego recibiría “Rocket queen”, “My Michelle” (majestuosa), la siempre emocionante “Civil war”, en la que la guitarra de Slash parece hablar, “Sweet child o’mine”, al término de cuyo solo creo que se me escaparon un par de lágrimas, y una memorable “Paradise city” para mandar a muchos a la tienda a dormir y a los más valientes a ver a los Darkness o a la carpa.

En honor a la verdad, he de confesar que me tiene enganchado Myles Kennedy, el chico que hábilmente les ha robado Slash a todos los demás para que cante en su banda. Myles, líder de los Alterbridge, tiene algo. Por eso se rumoreó que lo querían los Aerosmith de Perry e incluso que era el elegido para una posible vuelta de los Zeppelin si fallaba el remolón de Robert Plant. ¿Qué tiene? Tiene recursos, fuerza, diferentes timbres intercambiables si quiere hacer de Axl, de sí mismo o de Scott Weiland (“Sucker train blues”). Me gusta cómo se mueve y la sensación de que todo está en orden cuando tiene el micro ante la garganta. Creo que si fuera cantante me gustaría ser como él.

Suyo fue el mérito de que “Back from Cali” sonara tan arrebatadora, o que “Promise” me transmitiera en directo lo que no consigue hacer en el Cd a pesar de que la canta nada menos que Chris Cornell. Se fueron aclamados como los vencedores del primer día. Creo que muy poca gente pensaba que Slash era lo suficientemente importante como para encabezar uno de los dos días de cartel. Espero que si alguien ha dicho eso, se haya lavado la boca con lejía.

Y aún faltaban The Darkness, casi a la tres de la madrugada. Un grupo que me cautivó en su día gracias a su Rock pegadizo y vacilón, y por supuesto gracias a los falsetes de ese elemento que es Justin Hawkings. Tienen una propuesta tan particular que tengo la impresión de que no hay término medio, o los amas o los odias. Si tengo que elegir, los amo. Y más desde el viernes. La razón es que veo que ha vuelto un grupo que aún tiene cosas que decir, no porque vayan a aportar nada a la música que no se haya escuchado, pero sí porque el panorama del Hard Rock está suficientemente necesitado de relevos potentes como para que The Darkness tengan su sitio.

Sin embargo, a mi lado, Andoni opinaba que estaba siendo un espectáculo lamentable y que Justin era un bufón que le sacaba de quicio. No tenía muchas fuerzas como para entregarme en las primeras filas, pero sí moví el esqueleto con “One way ticket to hell… And back”, “I believe in a thing called love” o “Friday night”. Creo que en una sala reducida pueden ser la bomba. Me dio buenas impresiones Justin tras sus múltiples excesos, él acapara todo el protagonismo, nos prometió nuevo disco para dentro de poco y yo me dirgí a la carpa a ver quénos pinchaba El Pirata pensando que The Darkness se merecen una segunda oportunidad, y yo se la voy a dar.

Así estaba a punto de cerrarse el primer día. Mañana os cuento algo de lo que me pareció Maiden, Twisted sister o Hammerfall.


1 comentario:

Anónimo dijo...

para mi los mejores de la noche fueron en este orden the darkness y arch enemy, slash no me gusto tanto, no es que le falte garra sino que sigue sin conseguir conectar bien con el publico, pese a que vaya mejorando