36 euros de entrada merecen más. Esta no va ser la típica crítica sobre el presunto endiosamiento de Dave Mustaine, o sobre su nula profesionalidad en ocasiones. Esta va a ser la crítica de un fan que salió frío del concierto que Megadeth ofrecieron el pasado sábado 1 de marzo en la sala Santana 27 de Bilbao, y del que he hecho los prolegómenos en posts anteriores.
En primer lugar he de reconocer que esta sala, con capacidad para 3000 personas tirando muy por lo alto, no es el lugar apropiado para acoger a una banda con veinte años de trayectoria, siete nominaciones a los Grammy, más que quince millones de discos vendidos, e integrante de algunas de las giras más espectaculares del movimiento heavy como la histórica Monsters of Rock o el Gigantour. En definitiva, esta sala no es merecedora de un concierto de Megadeth, grupo precursor del Thrash Metal junto con Anthrax o Metallica.
Dicho esto, significa lo mismo un fan de un concierto de 20.000 personas que uno de un show al que sólo pueden asistir 2.500. Para Mustaine o cualquier otro, debe tener el mismo valor a pesar del cansancio que supone una gira. Y el sábado se detectó falta de compromiso en el líder y alma mater del grupo. Sus acompañantes dieron el do de pecho. Mustaine apenas cruzó tres minidiscursos con la audiencia, sólo hubo un bis, "Holy wars", rompiendo su set en el resto de Europa donde tocaban dos, y completaron una hora y tres cuartos escasa de concierto discreto. Muy discreto. Nada a la altura de una banda del prestigio de Megadeth.
Por ser inusual, hasta fue inusual el arranque: no hubo apagón de luces. Sonaba "Inmigrant song" de Led Zeppelin, que se interrumpió de manera abrupta para que sonase la intro de "Sleepwalker". De esa canción y las dos siguientes ni nos enteramos (el sonido tampoco acompañaba) y sólo "Skin on my teeth" pareció hacernos cosquillas. Rápido cesaron. De medio aforo hacia atrás fue más normal ver a la gente hablando, fumando y bebiendo que agitando las cabezas.
El escenario de la sala es minúsculo y no permite efectuar movimientos de agitación a los asistentes, pero eso tampoco es excusa para justificar la escasa comunicación que hubo entre Mustaine y el público. No hubo feedback, ni búsqueda de la participación, ni se animaba para que coreáramos los estribillos más emblemáticos ni... Sólo "Peace sells..." calentó algo a quienes habíamos abarrotado la sala -con un porcentaje nada desdeñable de chicas, lo que me confirma en la tesis de que cada vez este movimiento hace más visible a las mujeres-. Pero ahí acabó todo. Casi nadie pidió más y sólo tocaron "Holy wars" porque el esquema establecido obliga a tocar una más. "Washington Is Next!" o "A Tout Le Monde", canciones en las que tenía depositadas grandes esperanzas para quebrar vértebras, sonaron desdibujadas. E igual que salieron, al despiste, se fueron.
No era el mejor escenario -se acercaba más al peor de los posibles-, tampoco el mejor día de Dave, pero creo que nos merecíamos un poquito más.
Por cierto, abrieron Evile, un grupo thrash que lo puso todo sobre las tablas. Lo único negativo es que suenan demasiado a Slayer. Les agradezco su esfuerzo y empeño.
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