lunes, 24 de noviembre de 2008

Crítca del documental "Global Metal" de Scott McFadyen y Sam Dunn 9'5/10


"Global Metal" es la segunda parte del excelente documental "Metal: a Headbanger's journey", quizás el mejor trabajo audiovisual hecho hasta la fecha acerca del movimiento Heavy a lo largo y ancho del mundo, y del cual ya hablamos hace meses. A raíz de esa eficaz descripción del significado de este estilo musical surgió en los autores otra pregunta: ¿Qué ocurriría si el Metal se globalizase? A eso responde este nuevo trabajo, que nos lleva a algunos países donde nunca imaginamos que esta música pudiera llegar. Japón, Irán, Indonesia, Israel, Brasil... Como dice el subtítulo, 7 países, 3 continentes y una única tribu.



A estas alturas, Sam Dunn se ha convertido en uno de los personajes más populares de la movida metálica. Este antropólogo canadiense ha logrado difundir con gran éxito los valores comunes a una música que define en gran medida la identidad de los fans: que son diversos entre sí pero que comparten unas señas de actuación independientemente de que hayan nacido en Estados Unidos, Alemania, Bahrein o Israel. El incorformismo, la libertad de expresión y el deseo de realización cultural son constantes en esta película.
Es cierto que los fans no son iguales en Japón que en Brasil, y tampoco se comportan de manera semejante en China que en Europa, pero verdaderamente gratificante comprobar cómo una música tan singular puede interconectar a la gente alrededor del mundo, incluso superando censuras y límites religiosos. Si "Metal: a Headbanger's journey" terminaba en el festival de Wacken, "Metal Global" parte justamente de allí para iniciar una travesía alrededor de países donde jamás ha llegado una gran banda de Heavy. o si lo ha hecho ha sido con grandísimas dificultades.
El valor de ambas películas reside en que da al Metal la categoría de expresión cultural que los grandes medios de comunicación le niegan sistemáticamente. Una constante en el Heavy es que desde su nacimiento jamás ha sido puesto en igualdad de condiciones con otras manifestaciones artísticas. La investigación de Sam Dunn parte de ahí. En la hora y media de duración veréis entrevistas con Max Cavalera, defendiendo la simbiosis de la cultura brasileña con el Metal, o con músicos chinos que explican cómo sobreponerse a los límites del régimen comunista, o cómo los fans de los países musulmanes más intransigentes se las ingenian para superar las barreras que imponen los ayatolás, además de ver la cara que pone Lars Ulrich cuando le cuentan que, en muchos puntos del planeta debido a la censura, sólo se puede acceder a Metallica gracias a las descargas de Internet. Iron Maiden o Slayer son otros de los que aparecen en la cinta.
Además de la reflexión a la que invita el documenta, os divertirá ver cómo los chinos no forman pogos en los conciertos, sino que se enganchan unos a otros para agitar las cabezas y no molestarse. También veréis cómo los japoneses se juntan en sus garitos favoritos a la salida de la oficina para versionear "Highway star".
Ingeniárselas para superar la censura, o ser detenido por llevar el pelo largo y una camiseta de Slayer en Irán son otras peripecias que a nosotros nos suenan irreales.
Podéis haceros con él por apenas 15 euros, y por unos 22 os lleváis el pack con los dos documentales. Los disfrutaréis.

No hay comentarios: