Carnaval + Teatro + Hard Rock = Lordi. La ecuación es, aparentemente, sencilla, pero la combinación de los tres elementos sin que la cosa resulte sobrecargada es compleja. La causalidad (o no) ha querido que precisamente el sábado de Carnaval hayan venido a descargar los monstruos finlandeses a quienes veía por segunda vez en dos años. La anterior fue en la Sala Heineken de Madrid, pocos meses después de haber ganado Eurovisión y, si bien me divertí bastante, les vi un tanto cansados. El show apenas duró hora y cuarto y las transiciones entre tema y tema fueron demasiado largas.
Esta vez, Mr. Lordi y sus huestes estaban mucho más frescos, lo que condujo el concierto a una hora y media generosa, sin tantas pausas y con mucha más energía. La sala presentaba una buena entrada a pesar de ser sábado carnavalesco (muchos entraron disfrazados) y llamaba la atención lo transversales que son los fans de los finladeses, había muchos menores y jovenzuelos atraídos posiblemente por el make-up que emplean los músicos, pero también un importante número de asistentes más talluditos que, probablemente, empezaron en todo esto gracias a Kiss (había incluso un par de chicos con las caras pintadas a lo Kiss).
No me detendré demasiado en los teloneros básicamente porque a los primeros, Brandon Ashley & The Silverbugs, no les vi, y porque a los suecos Fatal smile les falta algo de madurez musical. Desde luego, estos chicos lo dieron todo sobre las tablas pero el bajista y el guitarrista recuerdan demasiado a Mötley Crüe y el cantante a Sebastian Bach. Os podéis imaginar cuál es, por tanto, su combinación musical. No están para nada mal, pero creo que aún tienen recorrido por hacer.
Y por fin, cuando los relojes ya pasaban de las 22:15, llegaron ellos con "Girls go chopping", primer tema de su nuevo trabajo, "Deadache", que es el que venían a presentar.
El disco no está teniendo demasiada repercusión, y es que con Lordi ocurre que la gente no les presta mayoritariamente la atención debida porque consideran que lo más importante es su aspecto, cuando debería ocurrir exactamente al revés: tienen una facilidad pasmosa para componer canciones divertidas y pegadizas, con estribillos fácilmente memorizables. ¿Les podrá perjudicar a la larga su victoria en Eurovisión y su teatralidad? No debería, pero ya se verá. La cuestión es que empezaron fuerte y casi sin descanso interpretando una de las más queridas por sus viejos seguidores, la heavy "They only come out at night". Después "Raise hell in heaven" del último trabajo y el primer single de éste, la marchosa "Bite it like a bulldog"
Como habéis visto, esta estuvo precedida del primer numerito teatral de la noche, en el que el bajista (un verdadero psicópata), arrancaba un brazo a un pobre jorobado. El exceso de ropa, máscaras y elementos que emplean en escena hacen deducir que el calor que soportan debe de ser inmenso. Por eso, entre tema y tema montan numeritos teatrales realmente divertidos que van desde las decapitaciones a auténticas carnicerías sobre mesas de operaciones, bailes de cadáveres, con espadas, sierras mecánicas, etc. No sería justo decir que lo hacen únicamente para descansar, realmente todo ello forma parte de la esencia de Lordi, y al público le encanta, pues aclamaba a los finlandeses de forma unánime.
El concierto fue avanzando sin perder un ápice de intensidad (Mr. Lordi sabe cómo animar a la gente si empieza a decaer) con temas nuevo y clásicos como "Who's your daddy?", "Blood Red Sandman", "Man skin boots", "Deadache", "Monster, monster", "It snows in hell", "Wake the snake" o "Missing Miss Charlene". Entre medias un breve solo de guitarra que sirvió para que un buen puñado de gente se llevara una púa de regalo, y para que nos divirtiéramos (otra vez) escuchando guiños a Guns N' Roses y otros. Recuerdo que en el concierto de Madrid el solo fue de batería, y con bases pregrabadas nos vaciló con riffs de los Crüe o Skid Row mientras él acompañaba con los bombos.
Así llegamos a los bises, y a sus temas más esperados, empezando por la deseada "Would you love a monsterman?"
Antes de la obligada oda al Rock Duro, "Hard Rock Hallelujah", con la que cierran sus conciertos y alcanzan una comunión total con el público, Lordi ofrecieron un segundo bis lleno de pirotecnia y espectáculo, con el cantante desplegando sus diabólicas alas, "Devil is a loser"
He visto a Lordi muy en forma. El sonido, a pesar de las ciertas dificultades que a veces pone esta sala, fue nítido, y la voz el cantante se escuchaba claramente, al menos desde donde me ubicaba. El quinteto tiene ya una sólida base de buenas canciones que hacen de su repertorio uno de los más marchosos y atractivos del Hard Rock europeo actual, y además quien paga la entrada tendrá el plus añadido de un espectáculo visual muy entretenido que arranca sonrisas muchas veces. Definitivamente, creo que estos chicos merecen ya más reconocimiento por sus canciones que por ser los monstruitos disfrazados de Finlandia. De la Sala Rock Star todos salimos encantados. Hasta la vuelta.
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