Los Suaves somos todos! |
Abrían Obús, que descargaron durante algo más de una hora un chaparrón de clásicos que fueron coreados por una mayoría a la que se le notaba que hacía tiempo que no escuchaba sus discos. La gran estrella del concierto, y diría que de la noche, fue el mítico Fortu, que mantuvo un ritmo alto en todo momento, desplegando un derroche vocal que llamó la atención a más de uno. Es evidente que a su edad Fortu no es capaz de alcanzar los agudos de un Halford en su época dorada, pero también lo es que, precisamente por su edad, es de admirar el esfuerzo que hace por darlo todo. Se merece un notable alto. Además, interactuó con el público de forma entusiasta, bajando a las primeras filas, escalando las torres, pidiendo palmas y hasta subiendo a un grupo de niños en el cierre de “Esta ronda la paga Obús”.
“Sólo lo hago en moto”, “Vamos muy bien”, “Dinero, dinero”, “Te visitará la muerte”, “Que te jodan” y otras amenizaron el arranque de una noche que dejó a una gran mayoría satisfecha. Bien por los Obús, que sólo unos días antes habían cancelado su concierto en Valencia por problemas de salud del guitarrista. Es de elogiar su empeño por mantener arriba el gran nombre de una leyenda del Metal nacional.
Tras la necesaria pausa, la escena se decoró con gatos para preparar la salida de Los Suaves, a quienes he visto varias veces en los últimos años, y por lo tanto puedo certificar que su estado ha pasado de suspenso a notable. Los desbarres de Yosi quedan afortunadamente atrás, y las opiniones ahora se centran en discutir si el repertorio ha sido el adecuado o no. Tengo la impresión de que mucha gente se quedó con ganas de más clásicos, pero al igual que en el caso de Maiden en Valencia, defiendo que las bandas históricas se atrevan a atacar sus nuevos temas, aunque la mayoría quiera que siempre caigan los clásicos.
Cuando uno ha visto 5 ó 6 veces a Los Suaves, agradece que no siempre toquen, por ejemplo, “Peligrosa María”. Y eso hicieron los de Ourense, que en la noche bilbaína presentaron hasta cinco canciones de su último trabajo “Adiós, adiós”: la que da título al disco, “Cuando los sueños se van”, “Se alza el trueno”, “Frío como una llave” y “Esa noche te perdí”. Toda una osadía que, insisto, yo valoro positivamente.
La intro clásica nos presentó a una banda con ganas, que atacó “Preparado para el Rock N’ Roll” con un Yosi a quien se le entendía inusualmente bien, con un Charly sonriente como de costumbre, y con un Alberto Cereijo que da la impresión de estar supervisando todo constantemente. El ambiente festivo se enfrió un poco al seguir varios temas de la última etapa, entre ellos “San Francisco Express” y un “Palabras para Julia” que en mi zona fue muy poco celebrado a pesar de ser uno de los favoritos de los fans.
Lo bueno de Los Suaves es que cuentan con tantas canciones que son capaces de no hacer dos set lists iguales en todo el año, e incluso se lanzan a conformar medleys que nos permiten degustar temas no habituales. El del martes fue especialmente acertado con “Dile siempre que no estoy” + “Luis y su mujer” + “Miénteme” + “Pobre jugador” + “Viejo”. Yosi estuvo saltarín y vacilón como en sus mejores ocasiones, y a mí me sigue llamando la atención cómo es posible que se despida tantas veces a lo largo de un concierto, va un cuarto de hora y ya empieza a decir adiós! Pidió más guitarreo, se puso una camiseta del Athletic de Bilbao y realizó su número habitual de la ikurriña con la bandeira galega.
No cayeron “Pardao” ni “Peligrosa María”, pero por el contrario comprobé cómo otras dos de la última etapa son cada vez mejor acogidas: “Mi casa” y “Ya nos vamos”. Los temas del último disco fueron seguidos con cierta frialdad, y el contrapunto llegó, como siempre, con “Dolores”, coreada hasta por las camareras.
En definitiva, fue una buena noche de Rock y nostalgia para muchos bilbaínos que hacía tiempo que no se acercaban a ver a dos leyendas vivas como Obús y Los Suaves, dos bandas que estuvieron a la altura de Aste Nagusia.