Este pasado sábado 29 de septiembre terminó oficialmente una de las giras más atractivas de los últimos años. Tanto, que sus promotores la bautizaron simplemente como The Tour. Al margen de que el nombre sea bastante presuntuoso, la verdad es que ver cómo comparten escenario Kiss y Motley Crue, dos verdaderas leyendas del Hard Rock, era algo enormemente atractivo. Por desgracia, sólo el público norteamericano pudo degustar semejante despliegue. Por suerte, nosotros pudimos acudir.
La cita era el domingo 12 de agosto en la ciudad
californiana de Chula Vista, muy cerca de San Diego. Es un anfiteatro al aire
libre llamado Cricket Wireless, cerquita de un gran aquapark, en lo alto de una
loma y con un parking sencillamente descomunal, el recinto era estupendo para
un acontecimiento de tal magnitud. Está claro que las dos bandas, aunque gozan
de enorme prestigio desde hace décadas en todo el mundo, son mucho más
populares en Estados Unidos que en Europa. Y eso se notaba en el ambiente
previo, que era el de una gran celebración a la que acudían familias enteras y
grupos de amigos visiblemente emocionados.
Allá donde van Kiss el espectáculo está garantizado, y la
liturgia, pese a ser casi siempre la misma, nunca llega a cansar: disfraces,
imitadores, artilugios y, en definitiva, diversión. Esto es la banda más
caliente del planeta. Un número nada desdeñable de chicas sexis se paseaban con
camisetas de Motley Crue por el entorno del recinto, completando una estampa
puramente americana. Sólo faltaba un buen nivel musical, aunque eso fue otra
historia. Hubo fiesta, celebración y disfrute, pero ambas bandas han vivido
tiempos mejores.
A media tarde, los teloneros salieron a entretenernos un
rato. Se llaman The treatment, son galeses y jovencísimos, y cuenta con una
energía y una actitud muy poderosas. Nos sorprendieron gratamente con su Hard Rock
de aroma añejo y sus bailes y saltos, aunque la concurrencia estaba a otra
cosa, bebiendo y visitando las diferentes atracciones de este estupendo
recinto, que cuenta con una acústica que ya quisiéramos en Europa, y con una
visibilidad perfecta casi desde cualquier punto. Aún así quedaos con este
nombre. Si estos chicos siguen así, pronto darán que hablar. De momento, han
tenido una oportunidad única.
A las 8 de la tarde, ya con todos en su sitio, era el
momento de la primera banda. Motley Crue fueron la punta de lanza del
movimiento Glam angelino de los 80, aunque poco a poco fueron pagando sus
excesos. Su vuelta a la escena, lejos de los escándalos del pasado, ha dado
algunos frutos como el “Saints of Los Angeles”, y queríamos constatarlo en su
propio terreno, en California. Durante hora y media pudimos ver cómo la banda
se esforzaba, cosechaba una excelente respuesta por parte del público, pero
también era incapaz de superar algunos obstáculos. El mayor, la voz de Vince
Neil, que por momentos daba muestras de debilidad. Así como Nicki Sixx y Tommy
Lee siguen en estado de gracia y son puro espectáculo, y Mick Mars, con el
evidente desgaste físico motivado por su enfermedad, aún es un genio de la
guitarra (tuvo dos o tres destellos de brillantez espectaculares, no es
necesario ser un poser para tener clase), el vocalista no consigue alcanzar los
tonos requeridos.
Pero lo cierto es que un show de Motley Crue en su casa es
eso, un show con todas las letras. La escena está invadida de humo, pirotecnia
y fuego, casi tanto como el que llevan Kiss, la rueda por la que gira la
batería de Tommy Lee en su solo, junto con las bellísimas bailarinas que
acompañan a las canciones hacen que todo sea sugerente. El conjunto es pura
satisfacción, aunque alguno de los elementos no esté suficientemente fino.
A las 8 en punto, un reloj marcaba la hora en la gran
pantalla que flanqueaba el escenario, y de repente, la banda aparece entre el
público. Vince con una bailarina a los hombros, Nicki con un extintor
salpicando a los asistentes y otros acompañantes con túnicas y capuchas en
medio de la sorpresa generalizada. Con toda naturalidad suben al escenario y
aquello empieza. “Saints of Los Angeles” es la única concesión a su último
disco, el resto de la hora y media son clásicos con sonido actualizado. El esfuerzo
por contentar es notorio y el grupo lo da todo. Hay que darles un 10 en entrega. “Wild side”, “Dr
Feelgood”, “Kickstar my heart”, “Girls, girls, girls”, “Don’t go away mad (just
go away)” y así todas sus canciones de la etapa dorada. Incluyendo un
tema nuevo, “Sex”, on un estribillo repleto de fuerza.
Las referencias al sexo son constantes y explícitas,
aumentadas por las coreografías de las bailarinas, que suben, bajan y se
cuelgan de cuerdas, reduciendo al ridículo el concierto que en 2009 dieron enel Kobetasonik de Bilbao. El propio Vince lució un chaleco con una marca de la
casa “I love single moms”
A pesar de todos los pesares, Motley Crue se lo pusieron difícil a Kiss.
De Kiss pocas cosas se pueden descubrir a estas alturas. Su hora y media fue exactamente lo que se espera de ellos. Le vi en mejor forma que en el Azkena Rock del 2010. Pero es paradójico que teniendo Paul un mejor estado vocal que Vince Neil, que saliendo todo perfecto en cada uno de los momentos clave de la noche, Kiss transmitieron menos cosas que Motley Crue. De hecho, la gente se movió y bailó menos que con los angelinos.
Quizás la culpa la tuvo un repertorio con demasiados momentos valle. A pesar de abrir con "Detroit Rock city", cuando encadenan "Shock me", "War machine" y "Firehouse" aquello se enfría. Ni Gene Simmons lanzando fuego por la boca es capaz de enloquecer a la audiencia. Faltan algunos grados de temperatura y un excesivo relajo.
Aprovecharon para presentar el adelanto de su próximo disco "Hell or hallelujah", y sólo ese himno del Rock N' Roll que es "God of thunder" (por fin la vi en directo!), "Love gun" con el vuelo de Stanley y la mítica "Black diamond" elevan aquello hacia el altar donde por siempre estarán Kiss. "Cold gin" vuelve a ser un vaso de bromuro antes de que "Rock n' roll all nite" nos llene de confeti y felicidad.