No importa en qué década hayas nacido, si amas el Rock duro, Barón rojo seguramente formarán parte de tu imaginario personal. Evidentemente, cuando más te acerques a los primeros años del decenio de los 80, más conexión tendrás con ellos, pero si no es así al menos debes ser consciente que no ha habido otra banda que cante en castellano más importante en este género musical. Las razones son claras: su música es extremadamente pegadiza, sus letras son ricas literariamente y fueron los primeros en romper las fronteras españolas para penetrar en el mercado europeo. Tocaron con algunos de los más grandes del momento, entre ellos en el mítico festival de Reading, y la leyenda Bruce Dickinson fue uno de los que se subió con ellos al escenario, al igual que Michael Schenker. Otros han ido lejos, como Héroes del silencio, y han tenido influencia, pero Barón rojo están ahí, para siempre.
La reciente gira de reunión de la formación original, con motivo del 30º aniversario de su fundación, dio pie a Javier Paniagua y Jose Sancristóbal a elaborar un documental que refleje ese momento del reencuentro e indague en qué supuso la banda y por qué se separaron. Según los propios autores, a quienes pudimos hacer preguntas en directo en el festival Dock of the bay de San Sebastián, donde se proyectó la película, confesaron que no pesaron los tres objetivos por igual, porque ellos básicamente querían inmortalizar la reunión.
Si hay algo que puede dejar cierta sequedad de boca entre el fan más acérrimo es que se echa de menos un recorrido un poco más detallado por los orígenes del grupo y etapa más existosa. Apenas una entrevista del mítico Ángel Casas en la terraza de un bar (que se puede ver en Youtube), un momento inimaginable en la televisión de hoy en día, a la vuelta de Reading, y algunos otros guiños casi a modo de flash, y nada más. El resto es una reconstrucción de la gestación, preparación y desarrollo de la gira que, en 2010, sirvió a miles de fans, entre ellos a mí, para ver por una vez en la vida a Hermes Calabria, Sherpa y los hermanos Carlos y Armando de Castro, tocar juntos sobre un escenario los temas legendarios del Barón.
La cinta empieza con un ritmo lento, incluso forzado en algunas escenas, como cuando Hermes y Sherpa se "reencuentran" para hablar de la posible gira. Pero poco a poco se nos van ofreciendo retales personales, familiares, musicales e íntimos de los cuatro músicos, y la emoción empieza a empaparnos. ¿Por qué se separaron? Por fin lo sabemos: simplemente porque no se tragaban. Creo que los elementos explosivos son Sherpa, por su creativa y arrolladora personalidad, y Carlos de Castro, un hombre serio, metódico, formal y recto. Hermes es la inocencia personificada (descacharrante escena cuando habla de "Avatar"), y Armando está, como es lógico, con su hermano, con quien comparte algunos rasgos. No hay un motivo económico, personal o de disensiones musicales, simplemente, era imposible la convivencia porque, como ellos mismos reconocen, "nunca fuimos un grupo".
Es demoledor el retrato que Armando hace de Sherpa: "tiene un elevadísimo concepto de sí mismo", que con el modo en que se entona significa exactamente que es un ególatra. Eso tiene su réplica cuando, a la vuelta del concierto en Barakaldo, es Sherpa quien va en el coche enojado porque "ni siquiera se han despedido, un adiós, un algo... Ni eso!". Nos cuentan una historia triste, la de una banda extremadamente fecunda, que llegó más arriba que nadie, pero que no pudo perpetuarse por desafecciones personales. El desgarro es total cuando se ve al pobre Hermes volver a sus clases de batería y a su negocio de instrumentos, cuando él sólo quiere tocar. En ese momento, el espectador fan sólo se pregunta "pero por qué demonios no os llevais bien?". Todo eso lo viví y lo escribí tras el concierto de Barakaldo, donde no sólo no saludaron al final todos juntos, sino que ni siquiera se acercaban unos a otros.
Al margen de eso se pueden observar imágenes de varios conciertos de esa gira (especialmente Madrid y Bilbao), y de los ensayos, e incluso tomas especiales en acústico de algunos de los músicos en solitario. Descubrimos a Carolina Cortés, pareja de Sherpa, y mente crucial en la composición de muchos temas, quien probablemente ni siquiera suene para muchos fans porque siempre quiso huir de los focos, y a algunos de los hijos de los músicos, sus casas, managers y otros que intentan explicar lo que sucede.
Además, están los relatos de algunos periodistas como El Pirata o Mariskal Romero, y músicos como Bunbury, Carlos Escobedo de Sober, o los cantantes de M-Clan y Asfalto, además de Juan Aguirre de Amaral. En palabras del director, pretendían demostrar con esa selección que Barón Rojo trascendía al Heavy, aunque haya sido un grupo sobre todo de heavies. Es destacada también la aparición del productor Chris Tsangarides, quien trabajó con ellos en el disco en directo y que en su currículum atesora trabajos históricos con Judas priest o Anvil.
Estoy seguro de que no es el documental que tú harías, pero te resultará muy útil para comprender el universo creativo y humano de una banda irrepetible. Se han tenido que resignar a ser irrelevantes por separado, y a que su convivencia fuera imposible juntos. Pero los temas que compusieron ahí quedan, para siempre. Ojalá algún día puedan arrancar las flores del mal y darle larga vida al Rock N' Roll con sus cuerdas de acero. Emocionante.