Los suizos (quizás mejor francosuizos) Eluveitie conforman una de las bandas de Death melódico que mayor crecimiento han experimentado en los últimos cinco años. Sus seguidores empiezan a ser legión por todo el mundo dada la firmeza con la que han elaborado todos y cada uno de sus discos tras el celebrado "Slania" de 2008. Se caracterizan por introducir elementos tradicionales en su música, y como ya he escrito otras veces, ese toque los hace diferentes. No hay sobreactuación, todo está siempre en su sitio y su apertura de mentes les ha llevado incluso a editar un disco exclusivamente acústico en su día para hacer dudar a más de uno si son Metal o son Folk.
Que ningún true se asuste. Eluveitie es Metal del bueno, distinto, original, una bocanada de aire fresco sin caer en la reiteración de lo que han podido hacer otros. Según mi humilde criterio, están muy por delante de bandas como Turisas y otras del estilo, que en determinados aspectos podrían experimentar caminos semejantes. En este "Helvetios", Eluveitie demuestran que sigue manteniendo intacta su capacidad para elaborar temas hímnicos a la vez que fabrican otros duros, extremos y feroces.
La obra se inicia con un prólogo leído por la prodigiosa voz del actor escocés Alexander Morton, que también se encarga del epílogo. El discurso habla de la guerra, porque este eminentemente bélico. Siguen desentrañando el mitificado pasado de la Galia que abarcaba a lo que hoy es Suiza, pero aquí hay mucha guerra. Tras la voz de Morton y unas melodías de batalla aparece "Helvetios", una pieza sensacional, en la que se expresa perfectamente cómo es posible combinar la melodía de las flautas y los violines, con los guturales, las guitarras a toda pastilla y la batería centelleante.
Si la primera ex excelente, la segunda huele a clásico de su discografía. El espíritu de la obra maestra "Inis Mona" sobrevuela en un tema que es puro headbanging. Cuando una canción suena bien no tiene mucho sentido explicarla. Sólo destacar que el estribillo está cantado en el viejo y desaparecido idioma que se hablaba en su país de origen, lo cual hace aún más fascinante su propuesta ("Scorched earth" está cantado en galo antiguo).
La furia que habían aparcado, en parte, en "Everything remains (as it never was)" vuelve en "Helvetios" y "Home" es un tema de puro Death donde las gaitas y las flautas quedan en segundo plano para primar la dureza. "Santonian shores" es muy rítmica, las guitarras, las flautas y la gaita se erigen en las directoras de orquesta para construir un tema muy pegadizo que se funde por medio de un fondo de tormenta y viento con la antes citada "Scorched earth", una especie de poema en galo antiguo que hace de transición hacia una nueva parte del álbum, que tiene 17 cortes, sin contar la versión acústica del primer single "A rose for Epona".
De los 8 componentes del grupo, el cerebro, aunque sólo sea por su hiperactividad es Chrigel Clanzmann, vocalista principal, con unos guturales fuera de la media del estilo, flautista, gaitero, harpista, mandolinista y ejecutor de bodhram, además de compositor de la mayor parte de las letras. Le acompaña en los tramos de contraste Anna Murphy, que también se encarga del hurdy burdy. Precisamente ella apenas aparece en "Meet the enemy", otro de los momentos de mayor intensidad del disco que, por si no os habéis fijado, ni siquiera ha llegado a su ecuador y se nos está pasando volando.
Para no eternizarnos, pues lo esencial está destacado, mencionamos que "Neverland" es otro buen momento con un estribillo a varias voces que se presenta como si fuera una canción popular, fácilmente memorizable, y con un solo múltiple (sí, es que se van sucediendo los instrumentos) muy logrado. Si escucháis el primer single por separado, es probable que sufráis un sobresalto, como me ocurrió a mí, pensando que estos no eran Eluveitie, que me los habían cambiado por Nightwish con flauta. "A rose for Epona" es una canción que no desentona una vez se escucha el conjunto del Cd, pues hay altos, bajos y cambios, como en todos los buenos discos, pero está hasta tres peldaños por debajo en cuanto a intensidad y furia.
Entiendo a los chicos de Nuclear Blast, intentando dar gato por liebre a posibles nuevos públicos, pero Eluveitie hacen de canciones como esta la excepción y no la regla. Aún así, sirve para que apreciemos la belleza de la voz de Anna Murphy. Más metal que otra cosa. No entiendo para nada la selección de las canciones para inmortalizarse a través del vídeoclip, pues la siguiente, "Havoc" es el siguiente vídeo, cuando hay canciones muy por encima de ambas. "Havoc" se inicia con un frenético violín al que luego se le suma una flauta, y luego una poderosa base rítmica encumbrada por un Clanzmann más gritón que nunca. La letra narra los ataques de algunas hordas que atacaban Helvecia y Eburonia, una zona de Europa central que se situaba en Alemania fundamentalmente.
"The uprising" narra también la defensa de las pequeñas tribus galas ante ataques externos, y mitifica la lucha por la supervivencia a ritmo veloz también. "Hope" es un descanso de dos y minutos instrumental, que podrían firmar perfectamente Chieftains o Gwendal, pero el descanso dura poco, porque "The siege" empieza de manera impía con un grito iracundo, siendo seguramente el tema más poderoso de todo el disco.
El último gran momento se produce en "Alesia", una canción deliciosa capitaneada por Anna Murphy, cuya cadencia va una marcha por debajo del tono general del trabajo, pero que penetra por los oídos de principio a fin como sólo las grandes canciones pueden hacerlo, con ritmo imperial y elegancia. Otra que apunta a clásico.
Supongo que a estas alturas, si no los conoces habrás oído hablar de ellos. Date prisa, estarías perdiéndote, de lo contrario, a uno de los combos más interesantes de la escena extrema del Metal. Tres de tres, tres discazos consecutivos.
No me hace falta que estés de acuerdo en lo que digo, pero antes de opinar, lee lo que he escrito
domingo, 1 de abril de 2012
jueves, 29 de marzo de 2012
Cancelado el Sonisphere del Reino Unido. Download se lo ha comido.
El circuito de festivales europeos se ha llevado una ingrata sorpresa este mediodía al confirmarse la cancelación de uno de sus gigantes, el Sonisphere del Reino Unido, que se celebra en Knebworth desde 2009, y que pasaba por ser, en sus últimas ediciones, el mejor de toda la red de Sonisphere en nuestro continente. Las tres ediciones anteriores, algunas con sold out, certifican lo que digo. Repasad los carteles.
Como veis, ambos dos festivales eran compatibles. Los flancos que dejaba cubiertos uno, los rellenaba el otro. Pero la crisis económica y, sobre todo, el peligro de repetirse, ha llevado al Sonisphere a fracasar. Esta es la doble propuesta de este año.
Simplemente, no hay color. Si la multinacional del festival quería hacer algo más alternativo y heterogéneo, ya está Download para meter a Prodigy, Tenacious D o a los propios Metallica. Si querían competir por la vía revival con Kiss y Queen con Adam Lambert (Queen?), ya están los otros con Black Sabbath (única fecha) y Soundgarden reuniéndose. Si se quiere Metal, ahí están Devildriver, Black label society, Lamb of God, Megadeth o Machine head. Con el toque interesantísimo de la vuelta de los queridos Ugly kid Joe.
Download se ha comido al Sonisphere que, de inmediato, ha querido responder asegurando que el resto de festivales europeos se mantienen en pie. Mañana mismo, viernes, publicarán nuevas bandas a su festival de Getafe. Probablemente se recibirán algunas migajas del cadáver británico.
Nunca es buena una noticia así para el mundo metalero, pero parece claro que en nuestro ámbito funcionan también las mismas reglas que en el resto de los sectores: competencia, dificultades de financiación y la ley del más fuerte. Una lástima.
Como veis, la diferencia de nivel con respecto a los festivales españoles es sideral, pero no es este mi análisis. El primero es que para triunfar en organización hay que llevar a bandas gigantes. Es necesario una base de bandas complementarias poderosas, pero sobre todo unos cabezas de cartel importantes. Sonisphere UK apostó dos años por Metallica y uno por Iron Maiden. Y triunfó. No hay tanta diferencia en los gustos de los metalheads británicos y los españoles, por mucho licenciado en Metal que escriba estupideces en los foros de Rafa Basa. Sí, esos que se quejan de que a los festivales españoles siempre vienen los mismos. En realidad, vienen los que llenan. Por eso el festival Costa Oeste va a pegarse un gran golpe: porque Marylin Manson y lo que queda de Guns N' Roses no atraen a nadie.
En el Reino Unido hay dos grandes festivales, el Sonisphere, más joven, y el mítico Download. Probablemente el mejor festival de Europa en cuanto a cartel. Probablemente, no; el mejor. Y si lo es de Europa lo es del mundo. Desde 2009 Download tenía competencia. Y supo resistir. Su cabeza pensante, Andy Copping, de Live Nation ha trabajado duro y bien.
Simplemente, no hay color. Si la multinacional del festival quería hacer algo más alternativo y heterogéneo, ya está Download para meter a Prodigy, Tenacious D o a los propios Metallica. Si querían competir por la vía revival con Kiss y Queen con Adam Lambert (Queen?), ya están los otros con Black Sabbath (única fecha) y Soundgarden reuniéndose. Si se quiere Metal, ahí están Devildriver, Black label society, Lamb of God, Megadeth o Machine head. Con el toque interesantísimo de la vuelta de los queridos Ugly kid Joe.
Download se ha comido al Sonisphere que, de inmediato, ha querido responder asegurando que el resto de festivales europeos se mantienen en pie. Mañana mismo, viernes, publicarán nuevas bandas a su festival de Getafe. Probablemente se recibirán algunas migajas del cadáver británico.
Nunca es buena una noticia así para el mundo metalero, pero parece claro que en nuestro ámbito funcionan también las mismas reglas que en el resto de los sectores: competencia, dificultades de financiación y la ley del más fuerte. Una lástima.
miércoles, 1 de febrero de 2012
Crítica de “Resolution” de Lamb of God 10/10
A la hora de escribir esta crítica, se acaba de conocer que Lamb of God han entrado al número 3 de lista Billboard, además de haber llegado muy arriba en otros muchos países, al 3 también en Australia o al 19 en el Reino Unido. Eso certifica que los estadounidenses son una banda enorme, cuyo impacto es mundial aunque su verdadero estallido se produjo en su país hace algunos años. Su lema Pure american Metal hace honor a un grupo que junto con Machine head son la vanguardia de una nueva generación que han recogido el testigo y se han convertido en el relevo de los más grandes. Pantera pueden estar orgullosos del monstruo que lograron revivir hace 20 años con los colosales “Cowboys from hell”, “Vulgar display of power” y “Far beyond driven”.
Lamb of God llegaron a la cima con “Sacrament” primero, y “Wrath” después, pero este “Resolution” supera todos los límites de la excelencia. Nunca Metalbitacora había puntuado con un 10 un disco, pero estos 14 temas son sensancionales, del primero al último. Lamb of God han encontrado la fórmula para combinar furia y calidad. Podría alargarme en adjetivos y análisis pormenorizados de todos y cada uno de los temas, pero es inncesario. Este es el trabajo definitivo de Lamb of God, han situado el listón tan arriba que me parece muy complicado hacer algo mejor. Las guitarras dan una constante lección de riffs pesados, Chris Adler a la batería demuestra que es una bestia, con un estilo muy particular que se identifica fácilmente, y que es capaz de dirigir a la banda en muchas canciones, y sólo me queda la duda de si Randy Blythe será capaz de plasmar en directo los registros que ha logrado en el estudio. Su presencia en los festivales europeos de primavera-verano será clave para verificar si están ya en el Olimpo metalero a todos los efectos.
La intro “Straight of the sun” es inquietante, como casi todas las que abren sus trabajos, un increscendo lento que pone en guardia hasta que el oyente empieza a reclamar que estalle la música, y eso ocurre con un terrible “Desolation”, donde guitarra solista y batería marcan la pauta acompasados por la segunda guitarra y el bajo. Un ritmo sinuoso y salvaje, muy semejante al del primer sencillo “Ghost walking” (no os recuerda a "Redneck"?) donde Randy pone su voz al servicio de un tema más melódico, muy metalero, en el que hay un solo de guitarra aparentemente no demasiado complejo, pero que encaja perfectamente en una canción repleta de cambios de ritmo.
En “Resolution” hay algo más de melodía que en sus antecesores, pero la velocidad no falta, y “Guilty” es el mejor ejemplo. El inicio parece un homenaje a Slayer, hasta Adler parece homenajear a Dave Lombardo, hasta el tramo final de la canción, donde las guitarras conducen los últimos ritmos. El aroma a Thrash clásico se respira también en “The undertow”, aunque es el vocalista quien mantiene la identidad del grupo, sin cambiar a aquellos registros clásicos más chillones. Lamb of God virando hacia el Thrash? “Cheated” es otro ejemplo, hasta en su duración, 2:36 de explosión iracunda. Por momentos parece que sí, aunque a lo largo de 14 canciones os podéis imaginar que hay momentos para casi todo.
Si hay un momento del disco al que le tengo especial aprecio es a “The number six”. Todos y cada uno de los integrantes de la banda se lucen en una ejecución de Metal de lo más bruto, sobre todo Blythe, quien combina melodías con gritos de lo más poderoso. El ritmo intermedio y los estribillos son muy melódicos, como pocas veces en LoG, incluyendo un tramo final en el que unos coros visten un tema que seguro que os sorprenderá por lo de novedad que supone en su trayectoria.
Lejos de flaquear, como sucede con otros de sus trabajos a medida que avanza el Cd (“Wrath” es un caso evidente), el trabajo mantiene el fuelle de forma constante. Es lo que tienen las obras maestras, que se disfrutan de principio a fin. De todos es conocida la inclinación de la banda, y especialmente de Blythe a la crítica social, al capitalismo salvaje y a las prácticas militaristas y colonizadoras de las grandes potencias, empezando por su propio país. La portada muestra una tierra seca, asolada, con una explosión de fondo que sugiere guerra y destrucción. Implícitamente, siempre hay un llamamiento a la rebelión, como en el primer vídeo-clip. Casi todo el disco gira en torno a esa idea: desolación, sometimiento vs. Insurrección y rebeldía.
Cuando llega la escucha a “Terminal unique” se puede pensar que ese mismo tema podría abrir el disco y el brillo sería el mismo. Quizás no compartáis mi visión, pero sin olvidar que en este “Resolution” la banda hace lo que mejor sabe hacer, hay algunas otras pinceladasd novedosas que calificaría como progresivas, en la antes mencionada “The number six” y en otras como “To the end”. No decae en ningún momento. Es salvaje y brutal, pero también estudiado y bien estructurado.
Por si fuera poco, se añade un bonus Cd de la gira de “Wrath” absolutamente increíble. 12 canciones de lo mejor de su repertorio con un sonido cristalino y un ambiente captado a la perfección: el directo de los de Richmond (Virginia), su momento culmen. Ahí están un demoledor “Walk with me in hell”, “Now you’ve got something to die for”, “As the palaces burn” o la ya mítica “Redneck”. Si te metes un menú con los dos discos seguidos probablemente te entrarán ganas de invadir Polonia. Bueno, quizás no tanto, pero igual le das un puñetazo a tu vecino. Seguro que se lo tiene merecido.
Es muy difícil hacerlo mejor.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Crítica de "Dawn for a new breed" de Clockwork 8'5/10
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La portada del artista Marcos Cabrera para el primer Ep de Clockwork |
En cualquier actividad competitiva, y la lucha por el éxito en la música también lo es, hay una combinación de factores que te llevan arriba o te dejan a mitad de tránsito: el primero es, por supuesto, el talento. El segundo es la ambición. El tercero es que te puedas rodear de personas que te ayuden a desbrozar el camino. Y el cuarto, y no necesariamente en este orden, la suerte en sus diversos grados.
No sé hasta dónde serán capaces de llegar Clockwork, pero reúnen varios de estos factores en esta primera muestra que nos ofrecen, un Ep titulado "Dawn for a new breed". Si esto es lo primero que han parido, cabe deducir que puede venir mucho más y seguro que mejor. Metalbitacora no suele puntuar los trabajos de debut de ningún grupo, pues todos tienen derecho a equivocarse una vez, pero la rotundidad de estas canciones merecía nota.
Aquí hay talento: voz, guitarras y base rítmica, especialmente la batería, son un ensamblaje aplastante para un combo que explora los caminos más actuales que discurren entre el Thrash y el Death. Estamos ante un sonido que está más desarrollado al otro lado del charco (Lamb of God, Machine head, Devildriver), pero que mantiene la inspiración del Thrash clásico que en Europa está viviendo un verdadero revival (Evile, Gama Bomb, Angelus Apatrida).
Hay ambición: si no, uno no se puede explicar cómo un debut puede sonar tan poderoso (está producido por el guitarrista Javi García y por Gorka Dresbaj), e incluir colaboraciones de Davish (Angelus apatrida), Alberto Marín (Hamlet), Ryan Knight (The black dahlia murder), Andoni García (Phthisis) y Mitch Harris (Napalm death).
Cuentan con personas que les están ayudando a difundir su propuesta: sólo así se puede entender que su Ep esté siendo distribuido por una revista de gran tirada como Rockzone en este mes de diciembre (compartiendo portada con Mastodon nada menos).
Falta por saber cuánta suerte tendrán, pero lo que está claro es que Javi García (ex- Soziedad Alkoholika), -junto con el otro guitarrista recién incorporado Pablo Tello, quien no ha participado en la grabación-, el vocalista Rown Houland (Infernoise), el batería Albaro Alonzoo (Idi Bihotz, Clarisse) y Dani aka Patxi (Kop) han dado forma a cinco temas sensacionales, y que en poco más de un año de vida las expectativas sobre esta banda se han disparado, como vemos ahora con razón.
Una intro titulada "Hate mantra" inquieta hasta que explota "Everything burns", un tema rápido, de 3 minutos 15 segundos, de hecho todos los temas están rondando esa duración, ninguno supera los 4:30, lo que da la medida de que buscan impactos directos. Destacan las guitarras, una constante en todos los temas, la precisión de Albaro a la batería y el trabajo vocal de Rown, que es algo sensacional. Sus cualidades impresionan desde el primer momento: él se ha encargado de cantar, doblar voces y hacer los coros, y su registro puede oscilar entre el poderío más melódico hasta las partes guturales, pero siempre con un timbre reconocible, no como las millones de voces guturales que hay por el mundo, que parecen clones, en él hay algo distinto.
En "One last fight" Davish de Angelus Apatrida deja un solo marca de la casa mientras el tema discurre a una velocidad verdaderamente apabullante. "Trial and error" arranca con guitarras afiladas, y cambia de ritmo varias veces, siempre en medio de la furia de Rown, que a veces parece un auténtico poseso.
"Mandatory" es el lujo del Ep., con Ryan Knight, que firma un solo durante una interesante y pesada transición, para que, al volver la rapidez, Mitch Harris se ponga a gritar como un descosido, en un pulso con el vocalista ciertamente espectacular, un intercambio de furia que sólo se puede definir como puro Metal.
Mi tema favorito es el último, "Evil grin", que tiene un arranque a lo Lamb of God potente, y en el que los coros de acompañamiento son más melódicos, sin olvidar el solo del titán Alberto Marín, muy magnético. Otra vez canción corta, rápida y con una firmeza propia de un muro de hormigón. Es calidad no reñida con la potencia.
En general, el trabajo de guitarras es muy bueno. Se observa inspiración y ensayo en cada melodía, y muchos vais a descubrir en Javi García a un músico de gran virtuosidad que no podía desarrollar sus cualidades en una banda como Soziedad Alkoholika. Podría reiterarme y deciros que vais a preguntaros cómo es posible que sólo con cuatro extremidades una batería saque en algunos pasajes sonidos como los que ejecuta Albaro, pero lo mejor es que los probéis vosotros mismos.
Quizás para dar un mayor músculo al conjunto (aunque es difícil) se precise engordar un poco las líneas de bajo. Aún así, hay que verles en directo, tengamos en cuenta que no viven en la misma ciudad y sus oportunidades para ensayar son muy pocas, con lo que el producto final tiene aún más mérito.
Esto es Metal, puro Metal. Y seguramente la suerte tendrá la última palabra con ellos.
jueves, 24 de noviembre de 2011
Crítica de "Bost" de Ost 8/10
El País Vasco siempre ha sido muy propicio para las bandas de Rock duro y Metal en general. Desde hace hace más de dos décadas, podemos decir que tras la desaparación del RRV (Rock Radical Vasco), poco a poco fue originándose una escena que nos han dado grandes grupos, algunos de ellos con trayectorias longevas, como es el caso de los Su ta gar. Como parte negativa habría que destacar que muchos de los que siguieron ese camino fueron demasiado semejantes a los Suta. Resumiendo: Heavy metal del clasicote con patrones bastante repetitivos.
En los últimos años han surgido bandas que están renovando el panorama y que quizás aún no han logrado despuntar tanto dentro de Euskal Herria como fuera del modo que lo hicieron sus predecesores, pero eso no significa que no haya talento. Una de esas bandas son los bermeanos Ost, cuya propuesta podríamos simplificarla como Metal moderno a secas, con influencias del clásico por momentos, y con un sonido en este nuevo trabajo titulado "Bost" que, personalmente, me recuerda a los Berri Txarrak más bravos en algunos pasajes.
Concretando, si te gusta el Metal poderoso, descarado y actualizado al 2011, Ost son una gran posibilidad para tus oídos. "Bost" se compone de 11 temas que se pasan volando en una escucha sosegada, y que ya le gustarían firmar cualquier bandita de Escandinavia, de esas con bermudas molonas y flequillos cortados a cuchilla, de las que ocupan artículos de revistas especializadas sólo porque vienen de la madre de todas las escenas metaleras.
Aquí hay una inteligente combinación de furia y artesanía metalera, con cambios de ritmo bien ejecutados, una voz singular y reconocible (por fin!), guitarras actuales y una retaguardia bien firme en forma de base rítmica. ¿Y por qué no son más conocidos? Supongo que por una conjunción de factores entre los que está el idiomático o la débil apuesta de la mini industria euskaldun por la música talentosa si esta es guitarrera (si no estás en Elkar no existes).
En la apertura ya demuestran cuál es su talante con un "Loteria beltza" con partes veloces, de inspiración Thrash, en sexta velocidad, para bajar a segunda marcha en el solo de guitarra, y pisar de nuevo el acelerador en medio del mismo en búsqueda de un estribillo en el que los coros arropan bien a la voz de Kapi. La identidad de Ost se manifiesta mejor a lo largo de los siguientes temas, como "Ilargiarenak", una gran demostración de poderío, donde el doble bombo conduce a las guitarras hacia una movida composición, no tan furiosa como "Errespetua", que es ideal para un buen pogo.
Atravesamos la parte más descarnada de un gran trabajo, insisto, con "Ostikada" ("si quieres leña aquí tienes de la buena", es una buena declaración de intenciones!) y "Galderak III", y apuesto a que a la quinta vez que te pongas el disco te preguntarás cómo son en directo porque te gustará verles.
De lo más pegadizo es la versión de los míticos Errobi "Gure lekukotasuna". La original ya es magnética, y esta adaptación lo es aún más, con una mezcla de ritmo y un cierto panfletismo letrístico (entiéndase) ideal para los directos. En "Gure miraria" lo que destacan son las melodías vocales, que se presentan dulces en el estribillo, más que la media.
La experiencia acumulada a lo largo de casi dos décadas se manifiesta en la última pieza, "Kasualitatez", un medio tiempo de ocho minutos con detalles de voces femeninas (Izaskun Muruaga, de la banda local Lights of eden), con un aire progresivo que se evapora en la traca final, donde la furia vuelve a aparecer.
Ost han hecho un muy buen disco. Tienen algunas características que les diferencian de los demás, y eso ya es suficiente, pero lo más relevante, a mi modo de ver, es la carga positiva que introducen en el panorama metalero vasco con su sonido poderoso y refrescante.
En los últimos años han surgido bandas que están renovando el panorama y que quizás aún no han logrado despuntar tanto dentro de Euskal Herria como fuera del modo que lo hicieron sus predecesores, pero eso no significa que no haya talento. Una de esas bandas son los bermeanos Ost, cuya propuesta podríamos simplificarla como Metal moderno a secas, con influencias del clásico por momentos, y con un sonido en este nuevo trabajo titulado "Bost" que, personalmente, me recuerda a los Berri Txarrak más bravos en algunos pasajes.
Concretando, si te gusta el Metal poderoso, descarado y actualizado al 2011, Ost son una gran posibilidad para tus oídos. "Bost" se compone de 11 temas que se pasan volando en una escucha sosegada, y que ya le gustarían firmar cualquier bandita de Escandinavia, de esas con bermudas molonas y flequillos cortados a cuchilla, de las que ocupan artículos de revistas especializadas sólo porque vienen de la madre de todas las escenas metaleras.
Aquí hay una inteligente combinación de furia y artesanía metalera, con cambios de ritmo bien ejecutados, una voz singular y reconocible (por fin!), guitarras actuales y una retaguardia bien firme en forma de base rítmica. ¿Y por qué no son más conocidos? Supongo que por una conjunción de factores entre los que está el idiomático o la débil apuesta de la mini industria euskaldun por la música talentosa si esta es guitarrera (si no estás en Elkar no existes).
En la apertura ya demuestran cuál es su talante con un "Loteria beltza" con partes veloces, de inspiración Thrash, en sexta velocidad, para bajar a segunda marcha en el solo de guitarra, y pisar de nuevo el acelerador en medio del mismo en búsqueda de un estribillo en el que los coros arropan bien a la voz de Kapi. La identidad de Ost se manifiesta mejor a lo largo de los siguientes temas, como "Ilargiarenak", una gran demostración de poderío, donde el doble bombo conduce a las guitarras hacia una movida composición, no tan furiosa como "Errespetua", que es ideal para un buen pogo.
Atravesamos la parte más descarnada de un gran trabajo, insisto, con "Ostikada" ("si quieres leña aquí tienes de la buena", es una buena declaración de intenciones!) y "Galderak III", y apuesto a que a la quinta vez que te pongas el disco te preguntarás cómo son en directo porque te gustará verles.
De lo más pegadizo es la versión de los míticos Errobi "Gure lekukotasuna". La original ya es magnética, y esta adaptación lo es aún más, con una mezcla de ritmo y un cierto panfletismo letrístico (entiéndase) ideal para los directos. En "Gure miraria" lo que destacan son las melodías vocales, que se presentan dulces en el estribillo, más que la media.
La experiencia acumulada a lo largo de casi dos décadas se manifiesta en la última pieza, "Kasualitatez", un medio tiempo de ocho minutos con detalles de voces femeninas (Izaskun Muruaga, de la banda local Lights of eden), con un aire progresivo que se evapora en la traca final, donde la furia vuelve a aparecer.
Ost han hecho un muy buen disco. Tienen algunas características que les diferencian de los demás, y eso ya es suficiente, pero lo más relevante, a mi modo de ver, es la carga positiva que introducen en el panorama metalero vasco con su sonido poderoso y refrescante.
domingo, 20 de noviembre de 2011
Crónica de Devildriver y Machine head el 19 de noviembre de 2011 en Bilbao
Darkest hour, Devildriver, Bring me the horizon y Machine head
Sala Rock Star Live, Barakaldo
Precio: 27'50
Duración: de 19:05 a 23:30
Era una de las noches más esperadas por el público metalero en Euskadi desde hace meses. Era una de las giras del año, y las expectativas se cumplieron: sold out desde días atrás, una sala exprimida hasta sus últimas posibilidades para acoger al máximo de gente posible, y cuatro bandas en algo parecido a un estado de gracia. No creo que nadie saliera insatisfecho, salvo por los conocidos problemas de sonoridad de una sala cuyas carencias aún son más patentes en conciertos de tanta exigencia.
En síntesis, os avanzo que me fue imposible ver a la primera de las bandas, Darkest hour, que Devildriver demostraron de lo que son capaces en la media hora que tuvieron, que Bring me the horizon pasaron desapercibidos por gran parte de los asistentes, entre ellos yo, que no entendemos muy bien qué hace una banda así en ese cartel (sí lo sabemos, vender más entradas), y que hoy por hoy Machine head ocupan el trono del Metal, junto con Slipknot. Nadie tiene tanto poderío, tanta entrega ni le pone tantas ganas a un directo como Rob Flynn y compañía.
Las puertas se abrían a las 18:30, y un gentío un tanto agobiante por momentos, ya se agolpaba para acceder a las primeras filas. Se palpaba el inicio de una gran noche de Metal. Tras la actuación de Darkest hour, una banda cuya música combina varios ingredientes de los grandes de esa noche, salían a escena los californianos Devildriver. Realmente, hay muy pocos grupos que tengan una trayectoria tan sólida y que trabajen tanto como ellos. Giran constantemente, en una búsqueda del éxito absoluto (que creo sinceramente que se merecen) en la cual no les importa ser una suerte de teloneros casi perpetuos: ahora a Machine head, antes, en Estados Unidos, a Arch enemy. Un disco cada dos años y algunas composiciones para la posteridad.
Tienen en el mercado "Beast" desde hace algunos meses, un disco rebosante de energía, muy cañero, mucho más que el anterior "Pray for villains", del que por cierto no tocaron nada ahora que reviso el repertorio. Y eso que para mí es de sus mejores trabajos. El cartel volvía a ser injusto con Devildriver al disponerles sólo de media hora, que no desaprovecharon en discursitos, solos ni florituras. Leña desde el principio, con la casi fija "End of the line" para abrir. Observo que en la zona central de la sala hay mucho movimiento, lo cual indica que hay muchos fans de Devildriver, y me gusta que vayan creciendo.
"Head on to heartache (let them rot)" cae justo después de que el gran Dez Fafara pregunte si hay alguien enamorado en la sala. Su presencia como frontman es rotunda, con un buen estado vocal si se tiene en cuenta la exigencia que se le requiere a la voz en una banda así. Nos presenta su último disco para contarnos que se abre con "Dead to rights". Dependiendo del lugar de la sala en el que se esté, uno percibe con mayor o menor nitidez una música que, en el caso de Devildriver, tiene muchos más detalles y matices de los que se puedan percibir en una primera escucha. "You make me sick" es la siguiente entrega, también del "Beast" para luego darnos una sorpresa en forma de "Not all who wonders are lost", del disco "The last kind words", una de sus buenas canciones que no suelen prodigar en los directos.
Con el ambiente cada vez más caldeado y con la banda entregada, la rítmica "Before the hangman's noose" empezaba a anunciarnos que el cronómetro no tendría piedad, y que estábamos en las últimas.
Pero antes del remate, demostraron que el repertorio estaba exprimido al máximo para contentar a quienes les veían por primera vez, que eran bastantes, por cierto. Fafara nos pidió que le ayudáramos con "every time you speak my name", de la poderosa "I could care less", y entonces el foso estaba preparado para el remate en forma de "Clouds over California", antes de cuyo arranque se quiso montar un buen circle pit al que me hubiera gustado entrar. Lo confieso.
No creo que esté en duda el hecho de que Devildriver son una garantía de calidad siempre, y que en una noche así era algo muy cercano al insulto que el lugar preponderante que merecen en el cartel se lo haya arrebatado Bring me the horizon.
El sold out se entendía, en parte, por la presencia de ese grupo, cuya base de fans tiene un perfil muy determinado. Muy respetable, pero distinto del de las bandas a las que acompañan. Así que muchos optamos por tomarnos un descanso, que sirviera para reponer fuerzas y volver a la sala, donde hacía un calor asfixiante, con la misión de coger un buen sitio.
En la zona frontal de la misma esperamos hasta las 10 por Machine Head. El escenario estaba diseñado para que cada uno de los músicos tuviese su espacio y su protagonismo, empezando por el propio Rob Flynn. Un tipo que por fin ha conseguido alcanzar el cénit y situarse al nivel de los más grandes. Ha pasado muchos momentos malos a lo largo de su carrera, pero su hambre de éxito nunca ha desaparecido. Son otra banda que ha tocado donde ha podido. Su crecimiento radica precisamente en su entrega en el escenario, y seguro que no he sido yo sólo quien les ha visto superar ampliamente a quienes les acompañaban como cabezas de cartel.
Machine head son hoy el presente del Heavy Metal. Ellos y Slipknot no es que sean el relevo de los grandes (Maiden, Metallica, etc), es que ya les han relevado sin que nos hayamos dado cuenta. Entre el público había mucha gente joven, pero también muchísimos jevis experimentados, gentes que han visto pasar ya dos generaciones de músicos, y todos salieron absolutamente impresionados ante la fuerza y el empuje de Machine head. Un grupo que mantiene la capacidad de sorprender en la propuesta que hacen, por eso están hoy en lo más alto del Heavy Metal.
Presentaban su reciente "Unto the locust", un disco que yo defino como el "Black album" de Machine head, porque es el disco definitivo, el de la madurez, un trabajo que incluye potencia, rapidez, pausas, transiciones, composiciones elaboradas... En definitiva, que lo tiene todo. La sala era una olla a presión cuando se bajaron las luces y empezó la intro de "I am hell". Cuando Flynn subió al escenario y nos miró desafiante, parecía preguntarse de qué íbamos a ser capaces. El arranque del tema es lento, hasta que estalla, y entonces las avalanchas y los pogos hacen imposible mantener la posición.
El público recibe sorprendetemente bien el nuevo tema (¿Cuántos grupos pueden presumir de que la gente se sepa las canciones de sus últimos discos en la gira de presentación?). Cuando termina y se apagan las luces unos segundos el griterío es total. Nunca había visto la sala Rock Star así; he visto conciertos con el público en plan fiesta, como el de Accept, pero esto era distinto. Era como una catarsis, una necesidad de soltar adrenalina.
El riff de apertura de "Be still and know" es totalmente maideniano. Es un tema que explica por qué están donde están en el 2011. Estaban sonando como un tren a toda máquina. Los bombos de la batería parecían atravesarte el pecho, y las guitarras ambientaban a una sala en la que nunca habían sentido temblar el suelo... Hasta ayer. "Imperium" fue el primer gran momento de locura, como podréis ver en el vídeo que estoy subiendo. Sobran las palabras.
Tras esa locura, hube de procurarme un descanso en uno de los laterales. Si se mantenía ese ritmo hasta el final (hora y tres cuartos), o acababa deshidratado o con el esqueleto hecho papilla. Insistir en la figura de Rob Flynn puede parecer reiterativo, pero creo que nunca le había visto en semejante estado de gracia, con tanta fuerza, como una apisonadora. Pidiendo más ruido, preguntándonos si estábamos preparados, pidiendo puños en alto... Se acercó en muchas ocasiones a Phil Demmel, que es otro gran pilar de este éxito, al haber logrado encontrar el camino correcto para su guitarra. Y me sorprendió gratamente Dave McClain a la batería: mantener esa intensidad en aquella sauna en digno de admiración.
El ritmo apenas bajó ni un ápice durante el desarrollo del concierto: "The blood, the sweat, the tears", "Locust", "Aesthetics of hate", "Old"... Cada tema era una celebración, pero el cansancio no hacía mella en los músicos. La recta final era más o menos previsible, pero no por ello dejaba de sorprender: "Bulldozer", "Ten ton hammer", y tras la pausa, la especial "Halo" y la siempre presente "Davidian".
"He disfrutado como un adolescente", me decía uno de esos metaleros que ya han visto pasar a al menos una generación. Y es lógico. Acaba de pasar ante nuestras narices un bulldozer sin frenos. Este "Unto the locust", esta gira y su presencia en Wacken 2012 son la ceremonia a cámara lenta de la entronación de la banda más poderosa del momento. Machine head ordenan.
Sala Rock Star Live, Barakaldo
Precio: 27'50
Duración: de 19:05 a 23:30
Rob Flynn, en la recta final del concierto, dirigiéndose al público |
Era una de las noches más esperadas por el público metalero en Euskadi desde hace meses. Era una de las giras del año, y las expectativas se cumplieron: sold out desde días atrás, una sala exprimida hasta sus últimas posibilidades para acoger al máximo de gente posible, y cuatro bandas en algo parecido a un estado de gracia. No creo que nadie saliera insatisfecho, salvo por los conocidos problemas de sonoridad de una sala cuyas carencias aún son más patentes en conciertos de tanta exigencia.
En síntesis, os avanzo que me fue imposible ver a la primera de las bandas, Darkest hour, que Devildriver demostraron de lo que son capaces en la media hora que tuvieron, que Bring me the horizon pasaron desapercibidos por gran parte de los asistentes, entre ellos yo, que no entendemos muy bien qué hace una banda así en ese cartel (sí lo sabemos, vender más entradas), y que hoy por hoy Machine head ocupan el trono del Metal, junto con Slipknot. Nadie tiene tanto poderío, tanta entrega ni le pone tantas ganas a un directo como Rob Flynn y compañía.
Las puertas se abrían a las 18:30, y un gentío un tanto agobiante por momentos, ya se agolpaba para acceder a las primeras filas. Se palpaba el inicio de una gran noche de Metal. Tras la actuación de Darkest hour, una banda cuya música combina varios ingredientes de los grandes de esa noche, salían a escena los californianos Devildriver. Realmente, hay muy pocos grupos que tengan una trayectoria tan sólida y que trabajen tanto como ellos. Giran constantemente, en una búsqueda del éxito absoluto (que creo sinceramente que se merecen) en la cual no les importa ser una suerte de teloneros casi perpetuos: ahora a Machine head, antes, en Estados Unidos, a Arch enemy. Un disco cada dos años y algunas composiciones para la posteridad.
Tienen en el mercado "Beast" desde hace algunos meses, un disco rebosante de energía, muy cañero, mucho más que el anterior "Pray for villains", del que por cierto no tocaron nada ahora que reviso el repertorio. Y eso que para mí es de sus mejores trabajos. El cartel volvía a ser injusto con Devildriver al disponerles sólo de media hora, que no desaprovecharon en discursitos, solos ni florituras. Leña desde el principio, con la casi fija "End of the line" para abrir. Observo que en la zona central de la sala hay mucho movimiento, lo cual indica que hay muchos fans de Devildriver, y me gusta que vayan creciendo.
"Head on to heartache (let them rot)" cae justo después de que el gran Dez Fafara pregunte si hay alguien enamorado en la sala. Su presencia como frontman es rotunda, con un buen estado vocal si se tiene en cuenta la exigencia que se le requiere a la voz en una banda así. Nos presenta su último disco para contarnos que se abre con "Dead to rights". Dependiendo del lugar de la sala en el que se esté, uno percibe con mayor o menor nitidez una música que, en el caso de Devildriver, tiene muchos más detalles y matices de los que se puedan percibir en una primera escucha. "You make me sick" es la siguiente entrega, también del "Beast" para luego darnos una sorpresa en forma de "Not all who wonders are lost", del disco "The last kind words", una de sus buenas canciones que no suelen prodigar en los directos.
Con el ambiente cada vez más caldeado y con la banda entregada, la rítmica "Before the hangman's noose" empezaba a anunciarnos que el cronómetro no tendría piedad, y que estábamos en las últimas.
Pero antes del remate, demostraron que el repertorio estaba exprimido al máximo para contentar a quienes les veían por primera vez, que eran bastantes, por cierto. Fafara nos pidió que le ayudáramos con "every time you speak my name", de la poderosa "I could care less", y entonces el foso estaba preparado para el remate en forma de "Clouds over California", antes de cuyo arranque se quiso montar un buen circle pit al que me hubiera gustado entrar. Lo confieso.
No creo que esté en duda el hecho de que Devildriver son una garantía de calidad siempre, y que en una noche así era algo muy cercano al insulto que el lugar preponderante que merecen en el cartel se lo haya arrebatado Bring me the horizon.
El sold out se entendía, en parte, por la presencia de ese grupo, cuya base de fans tiene un perfil muy determinado. Muy respetable, pero distinto del de las bandas a las que acompañan. Así que muchos optamos por tomarnos un descanso, que sirviera para reponer fuerzas y volver a la sala, donde hacía un calor asfixiante, con la misión de coger un buen sitio.
Flynn, dirigiendo el concierto y animando al público constantemente |
En la zona frontal de la misma esperamos hasta las 10 por Machine Head. El escenario estaba diseñado para que cada uno de los músicos tuviese su espacio y su protagonismo, empezando por el propio Rob Flynn. Un tipo que por fin ha conseguido alcanzar el cénit y situarse al nivel de los más grandes. Ha pasado muchos momentos malos a lo largo de su carrera, pero su hambre de éxito nunca ha desaparecido. Son otra banda que ha tocado donde ha podido. Su crecimiento radica precisamente en su entrega en el escenario, y seguro que no he sido yo sólo quien les ha visto superar ampliamente a quienes les acompañaban como cabezas de cartel.
Machine head son hoy el presente del Heavy Metal. Ellos y Slipknot no es que sean el relevo de los grandes (Maiden, Metallica, etc), es que ya les han relevado sin que nos hayamos dado cuenta. Entre el público había mucha gente joven, pero también muchísimos jevis experimentados, gentes que han visto pasar ya dos generaciones de músicos, y todos salieron absolutamente impresionados ante la fuerza y el empuje de Machine head. Un grupo que mantiene la capacidad de sorprender en la propuesta que hacen, por eso están hoy en lo más alto del Heavy Metal.
Presentaban su reciente "Unto the locust", un disco que yo defino como el "Black album" de Machine head, porque es el disco definitivo, el de la madurez, un trabajo que incluye potencia, rapidez, pausas, transiciones, composiciones elaboradas... En definitiva, que lo tiene todo. La sala era una olla a presión cuando se bajaron las luces y empezó la intro de "I am hell". Cuando Flynn subió al escenario y nos miró desafiante, parecía preguntarse de qué íbamos a ser capaces. El arranque del tema es lento, hasta que estalla, y entonces las avalanchas y los pogos hacen imposible mantener la posición.
El público recibe sorprendetemente bien el nuevo tema (¿Cuántos grupos pueden presumir de que la gente se sepa las canciones de sus últimos discos en la gira de presentación?). Cuando termina y se apagan las luces unos segundos el griterío es total. Nunca había visto la sala Rock Star así; he visto conciertos con el público en plan fiesta, como el de Accept, pero esto era distinto. Era como una catarsis, una necesidad de soltar adrenalina.
El riff de apertura de "Be still and know" es totalmente maideniano. Es un tema que explica por qué están donde están en el 2011. Estaban sonando como un tren a toda máquina. Los bombos de la batería parecían atravesarte el pecho, y las guitarras ambientaban a una sala en la que nunca habían sentido temblar el suelo... Hasta ayer. "Imperium" fue el primer gran momento de locura, como podréis ver en el vídeo que estoy subiendo. Sobran las palabras.
Tras esa locura, hube de procurarme un descanso en uno de los laterales. Si se mantenía ese ritmo hasta el final (hora y tres cuartos), o acababa deshidratado o con el esqueleto hecho papilla. Insistir en la figura de Rob Flynn puede parecer reiterativo, pero creo que nunca le había visto en semejante estado de gracia, con tanta fuerza, como una apisonadora. Pidiendo más ruido, preguntándonos si estábamos preparados, pidiendo puños en alto... Se acercó en muchas ocasiones a Phil Demmel, que es otro gran pilar de este éxito, al haber logrado encontrar el camino correcto para su guitarra. Y me sorprendió gratamente Dave McClain a la batería: mantener esa intensidad en aquella sauna en digno de admiración.
El ritmo apenas bajó ni un ápice durante el desarrollo del concierto: "The blood, the sweat, the tears", "Locust", "Aesthetics of hate", "Old"... Cada tema era una celebración, pero el cansancio no hacía mella en los músicos. La recta final era más o menos previsible, pero no por ello dejaba de sorprender: "Bulldozer", "Ten ton hammer", y tras la pausa, la especial "Halo" y la siempre presente "Davidian".
"He disfrutado como un adolescente", me decía uno de esos metaleros que ya han visto pasar a al menos una generación. Y es lógico. Acaba de pasar ante nuestras narices un bulldozer sin frenos. Este "Unto the locust", esta gira y su presencia en Wacken 2012 son la ceremonia a cámara lenta de la entronación de la banda más poderosa del momento. Machine head ordenan.
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