sábado, 6 de marzo de 2010

Crítica de “Pray for villains” de Devildriver 9/10

Sí, ya sé que este disco se publicó en julio del año pasado, pero no lo he escuchado con atención hasta ahora, y no voy a dejar de criticarlo por eso. Entre otras cosas, porque estamos ante un discazo tremendo, uno de esos que te arrepientes de no haber escuchado antes, a pesar de que algunas revistas especializadas lo habían declarado disco del mes el verano pasado.

Ya no tiene sentido ir a las razones por las que no lo escuché antes, incluso habiendo visto a Devildriver en junio en el Kobetasonik. “Pray for villains” es, desde el primer momento, como una ametralladora. No hay tregua, no hay respiro, cera y más cera; puro Metal americano bebiendo de las fuentes que abrió Pantera (escuchad el inicio de “Pure sincerity”), y en un intenso pulso con Lamb of God por el cetro de este estilo concreto. El cuarto álbum de los californianos ha sido considerado uno de los mejores de 2009 por algo.



Cuidado, la ametralladora impía de la que hablo destroza tímpanos, pero lo hace con melodía. La caña no es indiscriminada. Devil Driver nos presenta un excelente trabajo de guitarras que, personalmente, me evoca ciertos guiños progresivos. No a lo Dream Theater, claro, sino homenajeando a Iron Maiden y otros precursores del prog. Hay algunos riffs y punteos que, salvando las distancias, me conectan con aquello. “I’ve been sober” es un buen ejemplo de lo que digo. El trabajo de guitarras es excelente, totalmente distinto a lo que nos plantean un estilo semejante. “Resurrection Blvd.” es otra muestra de esto que trato de transmitiros.



Supongo que la mayor parte del mérito ha de recaer en el cantante y compositor en mayor parte de los temas, Dez Fafara, el hombre híper-tatuado que lideró en su momento a los nunca bien ponderados Coal Chamber. Supongo que también os fijaréis en el brutal despliegue de facultades del batería John Boecklin, cuyo doble bombo es la verdadera munición de esta ametralladora sónica.





El nivel estaba relativamente alto con su anterior “Last kind of words”, pero creo que ahora mismo Devil Driver han logrado el tono ideal, la combinación ideal entre furia y clase. Quizás por su pasado os interesen las partes más cañeras, desde la primera que da título al trabajo, pasando por la brutal “Pure sincerity” o la frenética “Fate stepped in”, no os van a faltar piezas de Metal desbocado. “It’s in the cards” es muy heavy, pesada pero con el ritmo más medido, y “Another night in London” es, si se me permite, hasta marchosa, con la duración más breve de los 13 temas. Pero quizás el tema que más me gusta es “Bitter pill”, por su mezcla de los dos elementos que caracterizan, en mi opinión, al disco. Las guitarras tienen un magnetismo especial, pero el estribillo es como un puñetazo de Tyson en todos los morros.



Devil Driver logran, por tanto, una síntesis perfecta entre el Metal más poderoso y salvaje y la melodía necesaria. Es un discazo, y van unos cuantos últimamente. Cuanto más lo pongo, más me engancha.

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